Figlia Della Mafia

MAFIA VII: Recuerda quién soy

Desperté tranquilamente como todas las mañanas...

- Badra... ¿¡Qué haces en mi habitación!? -dije mirando fijamente a Badra que se encontraba arriba mío, mirándome fijamente.

- Hace tiempo... No te veía dormir -dijo tranquilamente- Estás cambiada... Y recién me fijé en ello -dijo sincero mirando directamente a mis ojos.

Mierda... No me mires de esa forma tan intensa.

- ¿Para admirarme era necesario que te pongas arriba mío y sujetes mis muñecas? -le dije algo irritada.

- Es que... Era irresistible querer verte más de cerca. Ya no pareces la niñita que conocía... Y eso... -se acercó a mí oído- No me agrada en absoluto -dicho esto se levantó y me dió la espalda- también noté que estás creciendo físicamente, tu pijama, ya te queda corto en los brazos y piernas... Estás creciendo... ¿Qué edad ya tienes? -me preguntó.

¿Perdón?, ¿Cómo qué.. que edad?. ¿Acaso para Badra... El tiempo no pasa?.

- Hey, ¿Por qué luces sorprendida? -dijo al girar y verme.

¿Estará bien si le digo mi edad?. ¿Será bueno para la salud mental de Nathan y la de él?.

Se... Se supone que Badra es la reencarnación de la personalidad del hermano de Nathan. Nathan... Creo todo esto porque no quiero olvidarlo. No quiere olvidarse de su hermano. Por lo que supongo... En la mente de Nathan, Badra nunca crece. Badra... No puede ver el paso del tiempo a su alrededor.

¿Estará bien decirle esto?, ¿Acaso no se ve al espejo?, ¿No notó que él también ya no es un niño?... No. Si lo notara... Probablemente ocurriría algo muy peligroso para todos.

¿Qué debo hacer para responder a su pregunta?, ¿Qué es lo que debo hacer?.

- ¿Por qué lloras? -me preguntó algo sorprendido y se acercó nuevamente a mi cama, sentándose en la orilla- Oye, si es porque dije que no me gusta ignoralo -dijo preocupado.

No pude evitar romper en un llanto.

Badra... Badra puede desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Badra... Puede morir en un solo segundo. Pero... Pero... Nunca lo acepté. Nunca he hecho nada para hacer que eso ocurra.

Soy egoísta al querer que Badra exista para siempre... Cuando en verdad, solo es algo creado por la traumada mente de Nathan.

Badra y Nathan... ¿Qué debo hacer si llega ese día?.

- ¡Oye tonta!, Una persona no llora de la nada, ¡Y menos tú! -me dijo desesperado.

Tomó una pausa y me tomó de los hombros obligándome a verlo. Su cara, era completamente la de un psicópata ahora.

- ¿Acaso estás rota? -el no tenía ninguna expresión, y eso, lo hacía aún más sombríamente psicópata- ¿Acaso estás debilitandote?, ¿Acaso eres realmente una chica débil? -sonrió psicópatamente- Ya entiendo... Eres tan débil, que no mereces mi lealtad -el llevó sus manos a mi cuello-  ¿Hiciste que siguiera a una niña tan débil? -empezó a apretar mi cuello.

Mis lágrimas seguían saliéndose. ¿Qué sucedía?, ¿Acaso solo fingía ser mi amigo porque creía que era fuerte?, Verme llorar de la nada... ¿Le hace entender que soy débil?. No. El parece haber olvidado quien soy realmente.

- B-Badra -dije tomando sus manos y tratando de apartarlas de mi cuello.

El seguía mirándome con la misma expresión.

- Tú... Maldi... To -lo pateé con todas mis fuerzas empujándolo.

Pero el se agarró de mis brazos y me arrastró con él.

Ahora estoy sobre él.

- Divertido -agachó su mirada y al levantarla sonrió como el maniático que es.

- Cállate, y escúchame -dije limpiando mis lágrimas- Eres una escoria, te estaba probando tu lealtad, y tú... Me decepcionas. Escúchame bien idiota -dije tomando el cuello de su remera- ¿Dudas de tu señora tan fácilmente? -lo miré fríamente.

Llevé mis manos a sus mejillas y esta vez, lo obligué yo a mirarlo.

- Mírame y recuerda quién es Camille Galante, y como estas pequeñas manos se han ensuciado muchas veces, y el como juraste protegerlas. Hasta mi muerte, tú nunca te irás de mi lado, te lo prohibo, pero si osas volver a levantarme la mano, juro que en ese mismo instante... Te mataré -le dije fríamente y sombría.

El sonrió tomó mis muñecas y giró, ahora el estaba sobre mí.

- Así es más divertido -dijo mirándome fijamente- Aunque extraño a la niñita de antes, la de ahora, es demasiado fría para mi gusto, aunque es más valiente y no titubea, me gusta verte sostener armas en tus delicadas manos, solo por eso, continuaré más tiempo a tu lado -entonces acercó mi mano a sus mejillas- Y me encargaré, de que ensucies tanto tus manos, que tendrás que pedirme que te arranque la piel para limpiartelas -su mirada psicópata volvió, y paso su lengua sobre sus labios.

- Tú maldito -dijo mi padre ingresando repentinamente a mi habitación y se dirigió con furia hacia Badra pateándolo y lanzándolo lejos de mí- Ya decía yo que tardabas en despertarla maldito enfermo -mi padre me levantó del suelo, y me puso detrás suyo- La última vez... Qué te vea tocarla te cortaré las manos... No solo te romperé unas costillas como ahora -la terrorífica y sombría cara de mi padre lo decía todo.

El... Hablaba enserio.

- hahahahaha -se rió maniáticamente y se levantó como si nada.

De su lado izquierdo, se notaba el bulto sobresaliente de una de sus costillas rotas.

¿Realmente papá le pateó tan fuerte?.

- Padre tú -dije mirándolo.

- Nadie tocará tan osadamente a mi hija... Y menos enfermos mentales como él -me dijo con notoria molestia en su tono de voz.

Entonces recordé, esa faceta que hace años no veía en mi padre. Recordé... Como era realmente cruel, y como... Nunca habla sin decir verdades.

Aunque ahora me preocupa Nathan, Badra no siente dolor, pero el que después sufre el dolor total, es Nathan.

Luego de ese pequeño suceso, mi padre se llevó a Badra, y ambos salieron de mi habitación. Al fin podía alistarme para ir al colegio.

Cuando estaba alistándome, alguien apareció detrás de mi espalda y me tomó por sorpresa.

Fue tan rápido, y tal silencioso, que no noté cuando se acercó a mí.

Tenía apresada mis muñecas detrás de mi espalda, y me apretaba fuertemente mi cuerpo contra la pared.

- Shss -escuché susurrarle.

Esa voz... ¿De quién era...?. Definitivamente la había escuchado antes.