Mi padre, y la razón de mi existencia.

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Ayer mi padre dijo a Marie que se preparara, porque hoy saldríamos de paseo al museo de la ciudad vecina.

Bueno, no sé que es un museo, pero suena interesante. Nunca fuí a otro lugar fuera de mi casa, a excepción del hospital claro. Pero eso es otro tema. A decir verdad, estoy agradecida por eso, mi brazo está normal ahora, inclusive siento más fuerza en él.

- Pequeña Camille, es hora de irnos -sonrió Marie mientras me tomaba en brazos y salíamos afuera, hacia el automóvil.

Mi padre ya se encontraba dentro. Me miraba tranquilo. Marie me puso en una especie de "silla especial", donde unas cosas llamadas "cinturones de seguridad" me alertaban e incomodaban, no tanto, pero algo.

- Señor hay algo que me intriga desde hace meses -interrumpió Marie mientras el automóvil empezaba a movilizarse.

- ¿Qué es? -dijo secamente mi padre.

- Hmm, veamos, ¡No se enoje!, ¿Está bien? -dijo mirándolo algo nerviosa, mi padre sólo la miró extrañado- Es que, siempre tuve la curiosidad de saber el porqué cuida a Camille, y porqué la llamó Camille, la señora Dalia la había llamado Abigail. Y creí que la odiaría, ya que la señora murió protegiéndola -preguntó finalmente.

Mi padre desvió la mirada a la ventana y suspiró.

- Eso es porque... -tomó una pausa, Marie y yo estábamos totalmente atentas e intrigadas por su respuesta- Hace un tiempo, cuando buscaba el nombre para mi futura hija, encontré el nombre de Camille, me gustó mucho por lo que significaba -dijo sin dejar de mirar la ventana.

¿Mi padre ya pensaba en un nombre antes de que yo naciera?.

- ¿Qué significa? -preguntó Marie intrigada.

- Significa que es poseedora de una gran autoridad natural y una grande fuerza de persuasión. La independencia y la necesidad de llevar el control en todas las situaciones -dijo tranquilamente mi padre.

- ¿Pero cómo sabía usted que sería una niña? -esa era una excelente pregunta Marie, también quisiera saberlo.

- Porque... -nuevamente tomó una pausa y entonces ésta vez miró a Marie, su mirada estaba llena de ternura y determinación, una hermosa sonrisa dulce se formó en sus labios, y desprendía un aura de amor y tranquilidad, en ese momento se veía más bonito y tierno que en cualquier otro- Siempre quise tener una hija que se parezca a mí -finalizó calmado y volvió a mirar hacia la ventana.

Marie estaba atónita, yo también lo estaba.

¿De verdad siempre quiso una hija?, ¿Una que se parezca a él?, ¿Realmente seguía viva gracias a eso?. Parecía una razón muy extraña para ser mi padre.

- Entonces...-dijo sorprendida Marie.

- Así es. -dijo tranquilo- Por eso es que realmente amo a la madre de Camille. Si ella no hubiese sido asesinada me hubiera casado con ella, o algo así, ella era muy extraña, yo no sé porque cree en Dios -sonreía dulcemente mientras me miraba- Siempre dije que amaría a aquella que me diese una hija, y cumpliré mi promesa -dijo mi padre- y como no está su madre, daré mi mejor esfuerzo por ser el mejor padre para Camille, probablemente Dalia se enojaría si algo le sucediera a Camille -y entonces miró a la ventana.

No sabía que decir, qué hacer, ni cómo actuar. Marie parecía igual de inmóvil y sorprendida que yo.

Marie sonrió tranquila y por su rostro, pude saber que haría su última pregunta.

- ¿Y por qué sigues trayendo más mujeres? -preguntó Marie.

- Simplemente porque necesito juguetes con los que saciar mis instintos sexuales -dijo tranquilo.

No entendí a qué se refería exactamente, pero Marie puso una expresión extraña. Tal ves ella no se esperaba ese comentario o tal ves sí. ¿Qué era acaso un instinto sexual?.

Entonces llegamos  al museo. Papá me tomó en brazos y bajamos.

Íbamos los tres, Marie, Papá y yo. Y dentro estaba gigante, y lleno de cosas que nunca había visto.

Era todo sorprendente. Marie me decía algunas cosas sobre lo que veíamos. Pero más me gustaba verlos que escucharlos. Papá estuvo increíblemente callado. Solo hablaba lo estrictamente necesario con su típico tono de frialdad.

- Awww, ¡Una bebé! -decían un grupo de chicas. Se veían mucho más jóvenes que Marie, pero no parecían niñas.

- Sí, se llama Camille, es mi preciada hija -dijo tranquilo mi padre.

- Es idéntica a usted Señor -dijo una de las chicas.

- Sin duda, hasta el lunar lo tienen en el mismo lugar -dijo otra de las chicas.

- Se ve tan apachurrable -comentó otra de las chicas.

- ¿Puedo sujetarla señor?, me recuerda a mi hermanita -dijo la última chica.

- No. -dijo fríamente mi padre y las chicas se miraron entre sí confusas.

- Está bien señor. Quería decirle que su hija es maravillosa -dijo la segunda chica que había hablado.

- Hasta luego Camille -se despidieron al mismo tiempo con una sonrisa.

Se veían muy amables y cariñosas. Pero estoy segura que mi padre no hubiera dejado ni que su padre me cargara.

Hablando de su padre, no conozco a los padres de mi papá. Y nunca he visto que vinieran a visitarnos. ¿Serán como el tío Pietro?, No saben que nací. Probablemente.

Seguimos recorriendo el lugar, era gigantesco en verdad. No sé como aún seguíamos aquí.

Después de un buen rato, volvimos al automóvil. Y después volvimos a casa.

De camino a casa todo estuvo en silencio. Pero no era incómodo. Era acogedor.

Marie se durmió. Al parecer le agotó caminar tanto.

Mi padre estaba mirando hacia la ventana. Y repentinamente Marie cayó despacio y suave a los hombros de mi padre.

Mi padre giró a su costado, y la observó. Entonces me vió y me guiñó el ojo, luego llevó su dedo índice a sus labios y dijo "Shss".

No entendí bien el porqué hizo eso. Solamente me limité a observarlos, hasta que ya no pude más...

 Solamente me limité a observarlos, hasta que ya no pude más

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Figlia Della MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora