Papá, estas son sus aspiraciones.

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Siento que todo ha cambiado últimamente.

¿Debería decirle a Baron?. No sé a quien decirle como me siento...

- ¿Estás bien? -me preguntó Sasha susurrándome.

- Sí, no es nada -le sonreí.

Sasha me miró dudosa.

Solo continué sonriente. Y luego volvimos con los demás.

- Entonces, ¿Ustedes son los niños escogidos para pasar tres días en la base? -dijo el hombre muy serio mientras se acercaba a nosotros.

- ¡Sí señor! -respondimos todos.

- Bien, hagan una fila, de menor a mayor en altura -ordenó.

Y así mismo todos nos ordenamos de menor a mayor.

Y entonces el orden fue el siguiente: Yo, Vin, Sasha, Karla, Químera, Owen, Maicon, Claude, Marcus y Anthony.

Entonces cuando miré a los costados vi a mi padre hablando con mi tío y con Baron. Baron estaba serio. Y para que alguien tan bromista y sonriente como él, eso era raro.

- ¿Eres un chico? -dijo el hombre a Vin.

- ¡S-si! -dijo tímidamente el mientras miraba al suelo y se abrazaba avergonzado a sí mismo.

- ¿No estas algo bajito? -dijo serio- en fin -entonces se acercó a Karla- ¿Y tú?, ¿Eres realmente una niña?, tienes algo raro que me hace dudar de ti -dijo pensativo el hombre.

- ¡Sí señor!, soy Karla, y soy una niña -dijo sonriendo tiernamente- puede comprobarlo si quiere -dijo sonriendo burlón.

- No juegues conmigo niñita -dijo serio el hombre y se volvió al frente nuestro- Bien, escuchen sabandijas, ¿Ven esos soldados de ahí?, hoy entrenarán duramente, no les pediré mucho, son simples niños con olor a leche de mami aún. Así que, solo les diré algo. Inicien el entrenamiento al mismo tiempo que ellos, traten de seguirle el paso, pero no se sobreesfuercen, no quiero tener que cargar con sus débiles cuerpos. Claro, si es que consiguen terminar el ejercicio, tal ves les dejaré disparar con algún arma, escuché que demostraron gran interés en ellas -dijo sonriendo.

Todos empezamos a cuchichear entre nosotros.

- ¡Oigan mocosos! -dijo irritado el hombre- ¡Aún no terminé de hablar!, ¡No ignoren a sus mayores! -dijo molesto.

- Lo sentimos -dijimos todos restándole importancia.

El hombre chasqueó la lengua.

- Bien pequeños de leche, no habrá cena para ustedes si no logran terminar el entrenamiento -dijo sonriendo malicioso- así que muevan sus estúpidos traseros, en 3,2,1...¡Ya lechitas!, ¡A mover su asqueroso trasero! -gritó.

Dicho esto vimos como los demás soldados empezaron velozmente su entrenamiento.

¡Y por supuesto no nos quedaríamos atrás!, y... menos cuando todos están con esas ganas de poder disparar libremente.

Owen lucía aterrador, el susurraba cosas que no entendía. Y pensándolo mejor, lo dejaré así. No quiero saber que clase de maldiciones estaría echándole al hombre grosero de la mañana. Estoy segura de que ganas de matarlo no le están faltando, ni le faltará.

- ¡No te distraigas! -me dijo Claude a mí lado. El estaba eufórico, lleno de vida diría yo. Por poco y no chispeaban sus ojos- ¡De todos depende lograr esas armas! -ya veo, también está emocionado por disparar.

¿Soy la única rara aquí por no tener ese incentivo?, ¿O ellos son los raros por tener ese tipo de incentivo?. Ellos siempre te están esforzando por mí, y por culpa mía crecieron con esas aficiones raras, su infancia misma es rara. Bueno, la mía también.

Figlia Della MafiaWhere stories live. Discover now