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Mi vida de casado era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo, tuve la suerte de conocer a la mujer más increíble en todo el mundo, es de esas personas que le pedís algo y ella sabe cómo hacerlo incluso si nunca lo había hecho antes.

La miro y digo ¿Cómo ella que es tan perfecta puede estar con un tonto como yo? Es completamente inteligente, puedes preguntarle lo que sea que ella lo va a saber, incluso si nunca la viste leyendo algo sobre eso.

Ella tiene chistes tontos, pero de esos que te ríes porque ella se ríe. Tiene una risa completamente contagiosa. Juro que en algún momento hice un video de nosotros dos mientras ella se reía. Lo veía cada vez que estaba lejos de casa y me hacía extrañar un poco menos.

El sexo con mi esposa no era malo, a veces la miraba y no entendía cómo en ese cuerpo tan pequeño podía revolucionar tanto el mío, con un pequeño toque podía llevarme al paraíso, en realidad ella era genial en todo. Sabía apoyarme siempre que lo necesitaba, sabía que decir, si alguien le preguntara hasta estoy seguro que sabe que estoy pensando.

Recuerdo que hace un año o quizá más intentamos de todas las maneras posibles que quedara embarazada, deseábamos ser padres. Llegó un punto que solo teníamos sexo para ver si quedaba embarazada y lo hizo. Pero a los tres meses lo perdió.

Ahí fue cuando todo cambió.

La mujer con la que comparto la cama solo es una sombra de la que me enamore, hice todo por ayudarla, pero no hay día en el cual ella no se culpe por lo que paso. Decidimos no intentarlo más.

Ella ahora tiene dias buenos y días malos. Hay días buenos en que su risa se escucha por toda la casa y es como cuando nos casamos, llego de las grabaciones y ahí está su sonrisa y algo en mi se rompe, porque soy un idiota que no la ayudó a que este así siempre.

Pero también hubo días malos, esos donde no quiere salir de la cama, donde se encuentra tapada hasta la cabeza llorando. Por suerte ya los días buenos superan los malos, y soy el primero en estar orgulloso de la fuerza que ella tiene por tratar de salir de la depresión que acarreó la pérdida de nuestro hijo.

Yo pasé mi duelo trabajando, y ahí conocí a Rose, ella es lujuria pura, sabe cómo moverse, cómo caminar, cómo utilizar las manos, o su boca o incluso ambas y llevarme al borde del abismo y dejarme ahí implorando por más.

Para Rose no hay sentimientos, es solo sexo. Nos encontramos en un hotel, bebemos mientras ella me besa descaradamente, me toca haciendo implorar más, me lleva a un orgasmo violento, ella termina se cambia y me lanza un beso de sus labios pintados en un rojo, tan rojo que en el mismo infierno lo deben tener de bandera y sale por la puerta meneando sus caderas, sabiendo lo que ha hecho y sintiéndose ganadora.

Y ahí quedo yo, sucio, asqueado por la persona en la que me convertí y vuelvo a casa y ahí está ella. Luchando por sonreír, cocinando porque descubrió que es buena y bailando porque es lo que ama.

Y lloro porque soy un imbécil porque tengo en casa una mujer a la cual 9 de 10 hombres la seguirían como un perro sigue a un hueso y yo sería ese único idiota siguiendo a una mujer que me usa para tomar un licor caro. Pero ya lo había decidido, no iba a hablar con Rose, ella sabía que era yo el que la buscaba y a decir verdad no me vi en la obligación de cortar con ella, directamente dejé de buscarla. Quiero que mi matrimonio mejore, quiero volver a hacerla feliz.

Ahora mi esposa se encuentra haciendo unas galletas y bailando al ritmo Abba, y es imposible que la mire y no sonría. Mi madre nos avisó que vayamos a cenar y ella no quiere llegar con las manos vacías.

En unas de las vueltas que hizo en su coreografía improvisada me vio, un color carmesí inundó sus mejillas y empezó a bailar acercándose cada vez más a donde yo estaba haciendo que me una a ella.

Agarre su cintura mientras improvisamos unos giros raros y ella reía entre mis brazos. Pasaron dos canciones cuando ella se separó y se limpió unas lágrimas que habían salido de reírse.

-Ay no puede ser, si sabia que eras tan mal bailarín jamás habría aceptado casarme.

Ella rió intentando decirlo lo más seria que pueda.

-Si yo hasta podría dar clases de baile.

-Hen, cuando te vean bailar nadie iría, aunque pusieras un cartel diciendo que son gratis.

-Grosera.

Me aleje de ella y me puse a mirarla de pies a cabeza haciendo que ella frunza el ceño.

- ¿Qué haces?

-Pensando, es imposible que en un cuerpito tan chiquito esté lleno de maldad.

Ella negó con la cabeza y golpeo mi costado suavemente.

-Eres un tonto Henry.

Camino hasta donde tenia la masa de galletas para seguir cocinando.

- ¿Precisas ayuda encanto?

-Mmm creo que no.

La mire y estaba concentrada en su trabajo, agarre mi teléfono para ver que estaba sonando cuando una nube blanca cubrió mi visión y ella lanzó una carcajada antes de salir corriendo. Aprovechó que no la veía para lanzarme un puñado de harina encima.

-Te doy 5 segundo de ventaja encanto.

Comencé a contar y la escuché subir las escaleras. Salí corriendo detrás de ella y fui más rápido haciendo que no pueda cerrar la puerta de la habitación. La agarre logrando que nuestras caras quedaron a centímetros.

- ¿Me perdonas?

-No lo sé. Que me darías a cambio si te perdono.

Ella se paró en puntas de pie y me beso suavemente. Un cosquilleo recorrió toda mi espalda. Era un tonto si perdía a esta mujer, y era más tonto por lo que le había hecho pero era un secreto que me guardaría hasta mis últimos días.

- ¿Me perdonas tu a mí?

- ¿Por qué razón debería perdonarte?

Ella acarició mi mejilla con sumo cuidado y cerré mis ojos a su tacto.

-Por no darte todo lo que mereces, porque cuando me necesitas muchas veces no estoy, porque soy un idiota.

-Hen, supe que eras un idiota al momento de casarnos, te acepté así. -Ella sonrió divertida.

-Wow, no sabia que podías ser tan romántica.

Ella se acercó rozando sus labios con los míos, cerré los ojos y me beso. Tome su rostro e intensifique el beso y la escuché jadear. Eso fue lo que necesitaba para que mi sangre comience a acumularse y mis pantalones comienzan a ajustarse haciendo que necesite de su toque.

Ella se separó con una sonrisa maliciosa.

- ¿Qué crees que estás haciendo?

-Tengo cosas que hacer, no podemos tardarnos y por favor date un baño con agua fría no querrás que tu madre te vea así. -Ella señalo mis pantalones.

Negué con la cabeza y me reí.

- ¿Cuándo te volviste una mujer tan mala?

-Oh querido aprendí del mejor. 

 

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Henry Cavill One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora