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(Segunda parte del 025)

Respirar me costaba, acordarme de cada cosa me dolía que compartimos, dolía como si cada hueso en mi cuerpo se quebrara.

Me había dejado con un anillo en la mano y había salido corriendo, quise seguirla, pero mis piernas no me respondieron, ¿Qué le diría? ¿Le pediría que se quede? ¿La obligaría a amarme?

Los primeros días no hice mas que llorar hasta cansarme, poco me importaba quien me veía, yo realmente la amaba, amaba su risa, su rostro al despertar, su voz, sus días malos y amaba mucho más sus días buenos.

A las semanas fue a esa casa que compartíamos, recuerdo que ella estaba perfecta y yo era un trapo viejo que habían dejado tirado.

Quizá para ella fui un juego, no lo se y tampoco quiero saberlo. Me arrepiento de tantas cosas vividas a su lado. Pasaron ya seis años desde que me dejo plantado con miles de palabras en la boca.

Si algún día se arrepiente será problema de ella. A pesar de arrepentirme de tantas cosas hay de otras que no lo hago porque sé que no estaría donde estoy si no hubiese pasado por eso.

Acepte el dolor y lo abrace fuerte tanto que casi dejo ir a la felicidad cuando literalmente me tiro café en una camisa blanca.

La felicidad tiene una risa contagiosa, tiene la capacidad de tomar tanto helado que a veces me preocupo si es saludable, tiene una mirada que si estoy mal con solo verme a los ojos sabe la razón.

Esta felicidad viene con hombros fuertes para soportar si un día quiero llorar, viene con oídos atentos a escuchar anécdotas o el relato del día a día, tiene unas manos suaves, pero al mismo tiempo esas te pueden llevar al paraíso de un solo movimiento.

Mi felicidad tiene nombre que se escucha perfecto junto a mi apellido, y ella no salió corriendo cuando le propuse casamiento, si lloro hasta mojo mi camisa blanca y la mancho con sus lagrimas cuando salto a abrazarme sin dejarme terminar la propuesta, la cual la guardo como mi mayor tesoro.

Ella supo como tratarme, como curar cada herida y ayudarme a sanar y yo hice lo mismo con las suyas. Besamos cada cicatriz hasta que ya no dolieron mas y eran un simple recuerdo.

Ella fue el mejor café tirado a la basura y pobre de mi si me vuelvo a burlar de eso, pero esta felicidad me dio dos pequeños niños que corren de un lugar al otro y me dicen "papá", ella es lo mejor que me pasó en la vida.

Pero hoy caminando por el parque me tome con el dolor otra vez. Escuche que alguien gritaba mi nombre y cuando me gire la vi parada al frente mío, más madura, pero tenía la misma mirada que cuando me dijo que no me amaba, podía ver el miedo en sus ojos y algo de culpa.

- ¿Henry? -Dude si saludarla o no, más aún cuando me abrazo. - Lo siento es la emoción de verte, jamás pensé volver a cruzarte.

-Ya ha pasado tanto tiempo que yo tampoco tenía pensado volver a cruzarte.

-Yo solo no sé qué decir, ¿Cómo te está yendo?

Me quede mirándola sin saber que responder, no esperaba volver a encontrarla y mucho menos esperaba que me este haciendo preguntas como si fuéramos viejos amigos.

-No debes decir nada, mi vida perfecta por suerte.

Me puse seria cosa que hizo que empiece a tocarse el pelo nerviosa, lo tenia mucho mas largo de lo que solía usarlo.

-Yo solo, sabia que ibas a andar por acá y necesitaba hablar... Yo... solo quiero disculparme por lo que te hice, se que no va a cambiar nada, pero de igual forma quería pedir perdón

Henry Cavill One ShotWhere stories live. Discover now