Capítulo 33

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Jungkook sabía las consecuencias de pedirle a un médico de la familia realizarle la prueba de embarazo; si bien ningún habitante de Spiraea o Pavonia sabrían de la noticia, por obvias razones los padres de Jimin sí lo harían

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Jungkook sabía las consecuencias de pedirle a un médico de la familia realizarle la prueba de embarazo; si bien ningún habitante de Spiraea o Pavonia sabrían de la noticia, por obvias razones los padres de Jimin sí lo harían.

Lo confirmaron cuando muy temprano en la mañana llegaron al palacio de Spiraea y su padre los recibió con una sonrisa de oreja a oreja abrazándolos a ambos muy fuertemente.
El Rey estaba entusiasmado, la sola idea de tener por fin a su nieto en brazos le daba un calor extraño en el corazón. La Reina por su parte también estaba feliz, pero por alguna razón veía el piso sin decir ni una palabra.

—¿Madre?

—Un nieto... Estoy segura de que será un muy buen heredero. ¿Ya saben si será Alfa u Omega?

—Eso no se sabe hasta la semana 18, madre... Aún es muy pronto, apenas tengo tres meses. —Sonrió nervioso.

—Perfecto entonces, vayan a sus habitaciones... Estarán cansados, fue un viaje muy largo.

Ambos Príncipes asintieron y caminaron juntos a su habitación matrimonial no sin antes mirarse confundidos.
¿Qué había sido eso? ¿Qué acaso no estaba emocionada? Si hubiese sido ella quien más lo habría presionado para tener un cachorro... ¿Dónde había quedado todo eso?

Dejando esos pensamientos de lado puso sus cosas en una silla y se lanzó a la cama teniendo a Jungkook a un lado segundos después.
Reposó su peso en uno de sus brazos quedando de lado, después colocó una mano sobre el pecho de Jungkook y su mejilla hizo lo mismo. El mayor pasó sus dedos por la tela de su suéter de lana justamente en la cintura recibiendo a cambio un ronroneo.

—Jungkook, no sabes en todo lo que estás metiéndote...

—Claro que lo sé, siempre lo he sabido. Se que SeokJin siempre vivirá en tu corazón y tal vez nunca se vaya, aún si dejaras de amarlo. Pero se que podemos con esto.

—Aún no tengo aclarados mis sentimientos, esto es muy repentino. Yo no... Aún no sé si siento exactamente lo mismo que sientes tú, y no quiero hacerte daño. —Acarició el pecho del mayor consu dedo índice.

—Entonces te esperaré y te daré tu espacio si así me lo pides, yo no me echaré para atrás.

Se escondió entre los brazos del Alfa y le dejó acariciar toda la extensión de su brazo y un poco más abajo donde estaba su cintura. Jungkook dscubrió que ese era su punto favorito, y ahora que tenía esa arma en su favor podría hacer que su corazón se moviera inquieto dentro de su pecho.
También sabía cómo besarle cómo le gustaba, cómo sostener sus pequeñas manos mientras entre risillas sus labios se tocaban.

Jungkook sabía casi todo acerca de él... Entonces Jimin empezó a desear conocerlo a él un poco mejor; todo empezó con pequeñas caricias en sus dedos impecables, después al dorso de su mano y por último su hombro y su pecho.
Tocó terreno peligroso cuando llegó a su cuello, Jungkook soltó un suspiro cuando tocó sin querer la glándula de aroma en ella.

Las feromonas mentosas del Alfa combinadas con algo de moras inundaron sus fosas nasales haciéndole mover su cola lobuna con satisfacción.

—Amo verte con tus orejitas y cola, te ves adorable...

—Algún día podríamos convertirnos en lobos, ¿Te gustaría? —Preguntó adormilado.

—Me encantaría. —Contestó.

No lo esperaba para nada, pero frente a sus ojos apareció la imagen de SeokJin en esa celda una vez más, y todo su cuerpo tembló. Y pensó que tal vez sería tiempo de contarle acerca de ello, porque él quería mejorar sin su ayuda... Y quizá eso ayudaría un poco.

—Jungkook...

—Dime. —Sonrió brindándole toda su atención.

Entonces comenzó; desde que conoció a SeokJin detallando en cada aspecto de su larga relación, después el día de la boda y los sueños que tenía cada vez que se iba a dormir si estaba solo. Por último le contó las pequeñas apariciones que SeokJin estaba teniendo en su día a día recordándole los hechos, el cómo trataba de hablar con él como si fuese un tipo de espíritu.

Mientras hablaba sus manos nunca dejaron de temblar y siempre buscó el calor de las de Jungkook para poder seguir con su relato. En cuanto al azabache, él prestó atención a cada palabra que salía de su boca, y cuando terminó estando ahora sentados lo abrazó fuertemente.

—Yo no puedo ayudarte, Minnie. Me encantaría poder hacerlo y ayudarte a sanar, pero todo no puede recaer en mí... Podemos buscar ayuda de un psicólogo de confianza.

—Pero...

—Es por tu bien, ese es el trabajo de ellos... Y estoy seguro de que podría serte de mucha ayuda, sólo si aceptas.

—¿Tú... Tú vas a irte? —Preguntó temeroso.

—No... Claro que no, yo estaré contigo para todo lo que necesites. Aunque yo solo no puedo hacer esto, necesitas ayuda profesional. Pero no me iré, siempre daré lo mejor de mí para tu seguridad.

De nueva cuenta se abrazaron, sólo que esta vez las lágrimas corrieron peligrosamente de los ojos del menor empapando el hombro del contrario.
No pudo decir ni una palabra más, tan sólo dejó que la luna se encargara de anunciar la noche, y después la pesadez de sus ojos lo obligaron a dormir.

. . .

Esa misma noche, en algún lugar del bosque

Sus mejillas tomaron color debido a las altas temperaturas de la noche; apenas y llevaba un abrigo muy delgado consigo y aún así había dejado su puesto para visitar a unos viejos amigos en Spiraea.
El frío viento contra su rostro envía escalofríos hasta sus piernas erizándole la piel. Apenas llegó a su hogar demás habitantes del bosque lo ayudaron a bajar y uno de ellos le colocó un abrigo sobre sus hombros, le pasó unos guantes y así pudo entrar en calor antes de abrir aquellas puertas frente a él.

Lycoris lo esperaba como todos los días para que le diese novedades acerca de su objetivo, estaba en el centro de la mesa redonda de su cabaña haciendo un ruido repetitivo en la madera con sus uñas largas. Tic, Tac, Tic, Tac. A cualquiera podría ponerle nervioso.

—Madre Lycoris... Acabo de llegar, se me hizo tarde porque...

—Sí, sí, sólo habla. —Alzó un poco su mano izquierda con un cigarrillo entre los dedos, después uno de sus sirvientes lo encendió aún con sus manos temblorosas.

—Tendrán un bebé... Jimin tendrá a su primogénito. —Dijo algo agitado.

—¡Por fin, una nueva noticia!

Lycoris se levantó de su lugar haciendo que el abrigo negro que llevaba se cayera revelando así su rostro envejecido. Las arrugas debajo de sus ojos y sus dedos largos le daban un aspecto algo tenebroso, pero sólo hacía falta tan poco... Y pronto estaría en sus manos.

Crown; 국민Where stories live. Discover now