En un lugar más allá del bosque oscuro hay un reino llamado Spiraea. JiMin, su heredero, ha sido educado durante toda su vida para algún día ser un Omega digno de un Alfa para su reino.
Jeon JungKook, por otro lado, es un Alfa bastardo del reino vec...
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—No quieres casarte, eso es lo que intentabas decir.
—¡Dije que sentía que era muy pronto, no cambies mis palabras!
—Oh Dios, más encima ni siquiera hablabas de mí. ¡Hablabas de TU casamiento con ese Alfa! ¿Entonces qué hay de mí? ¿No querrías casarte conmigo porque es muy pronto?
—¿Estás escuchando lo que dices? Dije que me parece muy pronto, no que no lo quisiera, ¿Eso es lo que te tenía tan molesto? Es...
—¿Una tontería? No Jimin, no lo es... No es una tontería sentirme como una sobra cada vez que estoy con ustedes. Yo soy tu pareja, y es horrible verlos cada vez que él intenta tocarte o... O que hables de la boda como si realmente la desearas.
—Cielo...
—Es una mierda todo esto... Yo quiero como nada en el mundo tocarte como lo deseo, besarte sin que nadie pueda decir algo o siquiera tomarte de la mano... —A Jimin le rompía el corazón cómo es que su Omega hablaba con tanta tristeza de algo que se suponía debería de ser normal... Pero ambos sabían que formaba parte de algo muy delicado, y que sería muy difícil ser felices como ellos lo deseaban.
—Y podremos hacerlo, una vez escapemos de aquí. Debes confiar en mí, por favor...
A ese punto el más bajo ya había acorralado a su Omega contra la pared mientras que el otro limpiaba aquellas lágrimas escurridizas que habían estado tratando de escapar de sus ojos. Las pequeñas manos de Jimin se deslizaron por las mejillas del mayor y sus pulgares se encargaron de brindarle pequeñas caricias a su piel tersa. Los llorosos ojos de SeokJin parecían tan brillantes a la luz de la luna, incluso sus labios brillaban tanto que Jimin no pudo evitar besarlo.
—A veces me aterra cuánto puedo llegar a confiar en tí, mi príncipe azul... A veces pienso que incluso podría dar mi vida por ti, para que seas feliz...
—¿De qué hablas, mi cielo? No digas esas cosas, ¿Está bien? Mi felicidad es contigo, así que quédate para siempre...
Jimin de alguna u otra forma había terminado sobre el regazo de su Omega, movía sus caderas feliz de poder tener ese encuentro tan íntimo con su pareja, aunque sólo durara unos pocos minutos. Estaba seguro de que el día de la boda se lo llevaría a un lugar donde estuvieran ambos solos y harían el amor durante toda una noche.
SeokJin por su lado trataba de disfrutar al máximo su tiempo con el Príncipe, trataba de memorizar cada parte que tocaba de su cuerpo. Y no podía sacarse de su cabeza lo perfecto que era para él, que deseaba con todo su corazón poder casarse con él algún día.
Y algo que tenían en común era que, al menos esa noche, querían decirse lo mucho que se amaban al oído antes de que el mayor tuviera que irse.
Entonces aún con sus cuerpos pegados y sus aromas siendo perfectamente mezclados en el aire, SeokJin le susurró:
