Cap.15 "Sabes dónde los puedes encontrar".

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Abrí los ojos, apareciendo en un lugar totalmente desconocido para mi. Si pude imaginarme como llegar, supuse que fue por las miles de veces que Irina me había contado como era el lugar. Observé una pequeña casa frente a mi, con el cielo nublado detrás. Parecía que en algunas horas llovería, porque había demasiado viento. Mi cabello se vino a mi rostro y lo quité, corriendo hacia un árbol para esconderme allí.

Oía gritos dentro de la casa. De un hombre, para ser exacta, y supe que ese era mi tío. El hermano de mi padre del cual jamás supe su nombre. Ni mi hermana tampoco porque le decía "tío". Su voz gritaba y creí que le gritaba a Irina, pero entonces la ventana que daba a la calle se abrió y allí pude verla. Solo que muchos años más pequeña de lo que la había visto la ultima vez. Debía tener siete o quizá ocho años. La voz del hombre continuó gritando y descifré que en realidad hablaba por teléfono. Eran las cinco de la mañana, tal cual había narrado Irina la primera vez que me contó lo que sucedió.

Ella arrojó un bolso hacia el suelo pero con magia hizo que levitara antes de estrellarse contra el suelo y lo dejó lentamente allí. Pasó una piernas fuera del lugar y observó la ciudad frente a ella, probablemente preguntarse a dónde ir. Pero en su mente sabía que en cualquier otro lado, estaría mejor que allí. Soltó un suspiro, miró hacia abajo, observó su cuarto detrás de ella y saltó hacia el suelo. Gracias a su magia, cayó lentamente flexionando las rodillas junto a su mochila. Se la colocó a los hombros y comenzó a correr con todas sus fuerzas.

Observó hacia atrás, quizá preguntándose si alguien la había oído o si nuestro tío abriría la puerta para perseguirla. Pero cuando vio que la puerta no se abrió mientras ella corría lejos, sonrió feliz de estar escapando. No pude evitar que mis ojos se cristalizaran un poco, al ver que después de mucho tiempo, había tomado al valor para irse de allí. Sola, sin saber a dónde, ni con quién terminaría, y aún así lo hizo.

Observé el cristal en mis manos, preguntándome si podía seguir observando más. Más de lo que nunca había visto. Algo que jamás nadie me había contado. O incluso, ir a un momento dónde yo aún no existía. Cerré los ojos y esperé poder ir a ese día, sin ningún problema. Estaba haciendo lo peor que podía hacer; intentar confiar en la magia.

Abrí los ojos cuando oí voces. Enfermeras caminaban de un lado al otro junto a algunos doctores. Pacientes esperaban en las sillas y lo primero que hice fue colocarme la capucha, esperando que nadie me viera ni interferir en sus vidas, pero nada malo sucedería mientras no me cruzara con gente que me conocía. Entonces me di cuenta que nadie me conocía, porque yo aún no nacía. Lo entendí cuando pude ver detrás de un vidrio a mi madre embarazada.

Ella estaba recostada en una camilla con una bata de hospital. Renzo estaba sentado a su lado en la cama, se veía muy pequeño.

—Oh, lo siento —dijo la voz de una persona que casi me lleva puesta por mirar hacia otro lado. Lo oí reírse por lo bajo de su propio error.

—No hay problema —le avisé, a pesar de que no volteó a verme. Simplemente entró en la habitación con dos botellas de agua y le extendió una mi madre.

Abrí un poco la boca, sin poder creer que me había chocado a mi propio padre antes de mi nacimiento. Él se acercó a ella, besó sus labios con una sonrisa mientras le extendía una botella de agua y luego tomó a Renzo para levantarlo en sus brazos. Pude oír la risa del bebé porque la puerta estaba abierta, seguramente porque entraban y salían médicos constantemente.

Ella tomó su mano sonriéndole cuando él puso su mano libre sobre su vientre. La sonrisa de Elena se borró de a poco. Me acerqué un poco a la puerta, queriendo oír pero de igual forma podía leerles los labios desde donde estaba.

Controversia (Trilogía completa)Where stories live. Discover now