Cap.35 "No nos queda tiempo".

528 95 13
                                    

Mi cuerpo se retorció y mi cabeza sitió puntadas por todas partes. En la frente, en la parte de la sien y cerca de mi nuca también. Mi estomago se revolvió, pero no en unas nauseas, sino que sentí que estaba por vomitar. Parecía como si estuviese cayendo por un abismo, sin fondo, sin poder llegar al suelo. El aire me faltó y no pude respirar, abrí la boca para tomar una bocanada, pero no había oxígeno, nada entró en mis pulmones.

Imágenes de los Clarke, sintiendo lo mismo que yo, aparecieron en mi mente. Ni siquiera sabía si estaban a mi lado, si habían desaparecido o si yo misma había desaparecido. Pero aún sentía dolor físico, así que sabía que mi cuerpo aún existía. En alguna parte del mundo, en algún tiempo predeterminado, en alguna dimensión, aún existía.

Caí sobre mis rodillas sobre algo y me pregunté si había llegado al fin del agujero, porque no podía ver nada. Solo oscuro, todo negro. Me sentía en un espacio infinito del cual nunca podría salir y quise saber si así se sentía estar dónde Elías estaba.

Lo primero, fue escuchar. Oí mi nombre, pero no pude reconocer quién me hablaba. Lo oí una vez más y una más. Hasta que pude percibir un poco más. Lo segundo, fue poder sentir mi cuerpo. Sentía una presión en mi brazo, donde supe que alguien me apretaba con su mano. Lo tercero, fue poder oler. Había aroma a chocolate y agradecí cuando llegó a mi nariz. Lo cuarto fue que a través de mis parpados cerrados, pudiera ver claridad, a pesar de tener los ojos cerrados.

—¿Alison? ¿Me escuchas? —preguntó Nathan a mi lado y movió mi brazo.

Obligué a mi cuerpo a forzar cualquier cosa. Abrir los ojos o mover mi cuerpo era demasiado esfuerzo, así que solo pude abrir un poco mi boca para respirar pesadamente.

—Si, está bien —habló Tessa desde un poco más lejos.

Sentí su mano cálida correr un poco de mi cabello de mi rostro y me esforcé para abrir los ojos. Lo hice lentamente porque pesaban mucho. Nathan apareció frente a mi y sonrió un poco, al ver que despertaba.

—Ali, ¿estás bien? —preguntó y carraspeé mi garganta cuando pude hacerlo.

—Estoy bien —respondí involuntariamente. Me rodeó con los brazos, mientras detrás de él veía todo blanco. Era un techo, pero no sabía dónde estaba.

Me ayudó a sentarme en mi lugar mientras parpadeaba, intentando descifrar dónde me encontraba. Entonces el calor me envolvió, notando que estaba junto a la chimenea. La sala de Bernarda estaba tal cual la recordaba la ultima vez que estuve allí. Nathan sonrió y tomó un mechón de mi cabello, mostrándomelo. No entendí lo que quería decirme hasta que vi que era castaño oscuro, como mi cabello normalmente.

—¿Volvimos? —pregunté en un susurro, esperando que su respuesta fuese un si, pero alguien habló antes que él.

—¿Augusto? —Oí la voz de Renata bajando por las escaleras. —¡Estás aquí! —chilló ella, tirándose sobre él, que apenas se había sentado en el suelo a unos cuantos metros de mi.

Él abrió los ojos y un poco la boca, algo sorprendido, mientras la apretaba contra su cuerpo.

—Si, volvimos —dijo Nathan, mirando a Augusto y él entendió todo.

Envolvió sus brazos en la cintura de Renata y cerró los ojos, apretándola con fuerza. Ella le hablaba al oído mientras una lagrima involuntaria se escapaba de sus ojos.

Di una mirada para ver que todos se sentaban, en distintos lugares de la sala de la casa de Bernarda. Entonces busqué a Irina, para notar que aún estaba tendida en el suelo. Mi sonrisa se borró al instante y me acerqué a ella arrastrándome por el suelo.

Controversia (Trilogía completa)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant