Cap.45 "Desaparecido".

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Mi cabeza daba muchas vueltas, intentando entender que mi hermana había desaparecido. Se desvaneció y ya no estaba. Y lo peor de todo, era que no sabía si volvería a estarlo cuando todo esto acabara. Mis oídos oían a penas las voces.

Veía todo. A Bernarda bajando las escaleras a los tropezones con Renata detrás, seguro nos habían oído aterrizar sobre el suelo de madera. Podía ver todo. Cómo corrieron hacía los dos, preguntándonos si estábamos bien. Reni llamándome y mientras Bernarda ayudaba a Nathan a sentarse en su lugar. El cuerpo de Elías había caído tendido sobre la sala. Cómo si estuviese desmayado, o débil como nosotros. Podía ver todo, pero no podía moverme.

No sabía si era problema de mi cuerpo o en realidad era mi mente que estaba en un completo estado de shock. Que no podía procesar todo lo que había vivido en la última media hora. Los Clarke no estaban, ni mi hermana Irina tampoco.

Bebí de mi botella de cerveza mientras oía a mi hermana reírse. Negué con la cabeza, sintiendo que mi estomago comenzaría a doler pronto si seguía metiéndole tanto alcohol. O quizá eran las risas.

—No puedo creer que lo seguimos a Greenwood —dijo ella, mordiéndose el labio.

—No fue tan sencillo. Tú estás medio desquiciada, por eso no te diste cuenta de la locura que hicimos —agregué mirándola con las cejas levantadas.

—Al diablo con eso —me reprendió volviendo a reírse—. Nathan puede hacer muchas cosas, pero él no se aliaría jamás con Reynaldo. Sabía que había algo detrás de todo, pero jamás creí que fuese la pequeña Thais. —Volvió a beber de su botella y la copié, porque no quería volver a hablar de eso.

—Si, bueno, tú lo dijiste. Nathan puede hacer muchas cosas —repetí, jugando con mi pantalón de dormir, refiriéndome a otra cosa. Su sonrisa se borró y me observó durante unos segundos.

Eran las once y media de la noche. Ya todos estaban en sus cuartos, excepto Tessa y Ulises, que jugaban videojuegos. Según teníamos entendido, sus partidas duraban hasta las tres de la mañana mínimo.

—Alison —me llamó y levanté mi cabeza para verla—. Sé que será muy difícil que ustedes vuelvan a estar juntos. Pero yo conozco a Nathan desde hace mucho tiempo. Te juro que ahora todo tiene sentido y por eso yo estaba tan confundida con su actitud extraña, tratando a todos como si nadie le importara.

—No he pensado en eso todavía —mentí.

—Soy tú hermana, y sé que hemos estado mucho tiempo separadas. Pero he llegado a conocerte mucho en este tiempo, así que no me mientas. Sé que la posibilidad pasó por tu mente al instante de saber que intentaba protegerte —explicó y revoleé los ojos, porque tenía razón.

Esa era una de las razones por las cuales sentía que Irina era mayor que yo. Yo la admiraba por todo lo que había tenido que pasar y aunque yo era mayor por unos cuantos minutos, ella era más madura. No podía negarlo. Aunque si tenía sus momentos de niña, tal como yo.

—Solo no quiero pensar en eso ahora —me excusé—. No olvides que aún está Danali dando vueltas por aquí.

Irina gruñó y me miró con los ojos entrecerrados, en un gesto que entendí, pero no supe que quiso decir.

—¿Qué? —le dije sin entender, sabiendo que le molestaría tener que explicármelo.

—No puedes decirme que la crees una amenaza. Nadie la quiere aquí, ni siquiera Nathan. —Iba a hablar pero ella continuó. —Corrección, mucho menos Nathan. —Tuve que reírme, porque yo misma los había visto discutir algunos momentos.

Controversia (Trilogía completa)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt