Cap.50 "Me encantan los finales felices".

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Un año después...



Mis manos temblaban, mis pies se movían impacientes. Parpadeaba como si mi vida dependiera de ello y mojaba mis labios que se secaban cada dos segundos.

—Alison, quédate quieta. Me estas estresando y aún no hemos llegado —ignoré por completo al voz de Nathan cuando reconocí ese cabello rubio.

—¡Ah! —chillé para salir corriendo, dejando mi maleta y a mi novio detrás de mi.

Ella me buscaba con la mirada por todo el aeropuerto y abrió los ojos con una sonrisa gigante en el rostro cuando me vio corriendo hacia ella. Dio dos zancadas y llegó a abrazarme.

—¡No puedo creerlo! ¡Estás aquí! —gritó en mi oído.

—¡Estoy de vuelta! —dije separándome de ella y tomando su cara—. ¡Estás hermosa! —Ella se rio y me agaché al suelo, tomando su vientre en mis manos. —Hola mi niño pequeño, ya quiero que salgas. —Dejé un beso sobre su blusa y me levanté del suelo.

—No te emociones demasiado, tu no vas limpiando los vómitos y soportando los vasos que vuelan. —Bastian besó su mejilla porque ella lo había mirado feo y se acercó a abrazarme. —Te he extrañado tonta. —Lo apreté contra mi pecho.

—Si alguien quiere ayudarme con las maletas, no me quejo. —Nathan arrastró nuestras dos maletas hasta donde estabamos. —No puede ser —dijo cuando vió el vientre no tan plano de Irina. Ella le sonrió. —Ven aqui, embarazada. —Ella lo abrazó por el cuello y el le besó la cabeza. —Te felicito, otra vez. No es lo mismo decirlo por teléfono. —Se rió y palmeó la espalda de Bastian.

—Bueno, las tres primeras semanas no teníamos idea que existia, pero las proximas cinco fueron un martirio. —Bastian se quejó riendo e Irina le dio un golpecito en el brazo.

—Vamos, todos quieren verlos.

Salimos del aeropuerto y el tipico aire frío de Hills Town llegó a mis brazos. Nathan me tendió mi chaqueta y le sonreí. Subimos al auto de Irina y no pude evitar que el olor de su perfume impregnado allí me abrazara.

Nathan pasó un brazo detrás de mis hombros y me dediqué a observar la carretera y las calles durante todo el viaje hasta la casa de Bernarda. Los dos hombres se pasaron todo el viaje hablando de los trabajos de los dos, Irina iba el asiento del copiloto sonriéndonos en cada ocasión que podía.

Entonces llegamos al pueblo y pude ver todo igual. La casa de mi tia Marcia, que era de Bastian e Irina desde que ellos habían decidido comprarla. El café de Stan seguía igual de popular que siempre, el restaurante lujoso al que Nathan alguna vez me había llevado seguía igual de bello. Pasamos por la escuela y vi a muchos chicos salir de allí, incluyendo Renata quien saludó con su brazo cuando nos vio. Bastian se detuvo y ella se apresuró a entrar a mi lado.

—Mira cuanto has crecido tú —dije sin poder creerlo. Para nada se veía como una niña.

—Gracias, la abuela ya está planeando mis dieciséis. —Sonrió, hasta su voz había cambiado.

En menos de cinco minutos, el auto se detuvo frente a la casa de Bernarda y no pude evitar soltar un largo suspiro. No estaba nerviosa, ansiosa si era la palabra. Bajamos del auto y caminamos con nuestras maletas hasta la puerta, pero antes de tocar, ésta se abrió y Bernarda se abalanzó sobre nosotros dos.

—¡Ay mis niños! ¡Cuanto los extrañé! —Sonrió y no pude evitar reírme al igual que Nathan. —Pasen, pasen. Todos quieren saludarlos. —Nos empujó dentro de la sala y cerró la puerta.

—¡Corcho! —Ni siquiera pude ver cuando Renzo apareció en mi vista para apretarme contra su cuerpo y Jade saltaba a los brazos de Nathan. —Estas enorme. —Tomó mi cara en sus manos y besó mi frente.

Controversia (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora