Cap.40 "Los poderes han cambiado".

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Nathan y yo salimos del loft a las doce y media. Nos dormimos realmente tarde, porque le costó mucho que me calmara y pudiese dormir. Por ende, desayunamos a las once. Él dijo que podía cocinarme algo que me gustara, para que estuviese un poco más relajada. Pero yo solo quería ver al resto de los Clarke para contarles lo que sucedía y que me dieran su opinión. Caminamos unas cuantas cuadras en silencio, a la tercera, Nathan comenzó a hablarme para que dejara de pensar cosas negativas.

—¿Recordaste traer el reloj de arena, verdad? —me preguntó simplemente para hablar de algo. Asentí con la cabeza, dejándole saber que si, lo tenía dentro de mi mochila.

Él notó que estaba muy sumisa en mis pensamientos y dejó de intentar sacar conversación. Todos ya sabíamos que teníamos magia, que teníamos poderes otra vez. Tal y como si el ritual nunca se hubiese llevado a cabo. Pero no era lógico tener visiones de un futuro que no era mío, sino de la Alison de un presente distinto.

Quizá y mi cabeza estaba creando teorías sin sentido. Tal vez yo misma en un futuro, por alguna razón en particular, me teñía de rubio. Quizá y Nathan si hacía algo tan terrible para que yo quisiera asesinarlo. Tal vez algo sucedía entre nosotros, dentro de alguna cantidad de meses o años, y esa visión en realidad es parte de mi propio presente.

Pero algo dentro de mi me decía que algo estaba mal. Que en realidad no había sido una visión normal. Es decir, normal en lo que a nuestro mundo mágico se refería. Porque si tener visiones fuese completamente normal, no habría reaccionado como lo hice cuando tuve esa extraña imagen por primera vez. Cuando mi hermano cocinó comida y mi vecina, la señora Porter, se acercó a mi puerta a pedirme azúcar dos veces.

Nos faltaban dos cuadras para llegar a la casa de Bernarda cuando el teléfono de Nathan sonó. Di un respingo mientras caminaba, porque estaba tan sumida en mis pensamientos que no lo esperaba. Él me observó unos segundos, algo confundido y observó la pantalla. Mi alarma mental sonó, sabiendo que más cosas malas estaban sucediendo. Nadie llamaba a Nathan a su teléfono más que sus padres o sus hermanos y los primeros lo llamaron por la mañana para preguntar como estaba.

—Cato, ¿qué sucede? —preguntó él, luego de deslizar el dedo por la pantalla y colocarlo en su oído.

Sentí mi estomago revolverse un poco y mi cabeza dar una puntada. Por alguna razón, su pregunta me remonto a ese día. Ese mediodía en el que Nathan y yo cocinábamos tranquilos, escuchando música y disfrutando de la compañía del otro. Pero Cato lo llamó, para decirle que debíamos volver a Hills Town. Porque Renata había visto algo imposible. Porque Elías estaba vivo. 

—¿Qué? Hermano, no logro escuchar nada. ¿Qué está pasando? —le habló Nathan, colocándose un dedo en la otra oreja para poder oírlo mejor.

Lo miré expectante de que hiciera una mueca, un gesto o incluso dijera algo que me ayudara a entender qué estaba sucediendo. Pero no era un buen segundo para preguntarle porque al parecer, no podía oírlo bien.

Creí que tal vez algo podía estar sucediendo en casa de Bernarda. Algún problema, algún herido. Entonces mi preocupación subió de nivel y mi respiración comenzó a agitarse. Le di un vistazo mientras continuábamos caminando. Alguien gritó al teléfono, porque pude oírlo hasta yo desde mi lugar. Abrí los ojos y comencé a caminar más rápido, ya estábamos a una cuadra y media.

—¡Deja de gritarme, maldita histérica! —gritó y supe que le hablaba a mi hermana. En cualquier momento me habría reído pero mi mente, generando teorías, no me dejaba ponerle humor a la situación. —Ya estamos llegando —dijo para cortar y guardar su teléfono.

—¿Qué está pasando? —le pregunté cuando noté que comenzó a caminar más rápido y copié su gesto.

—Nada bueno por lo que podía oír —respondió él y cruzamos la calle, llegando a la cuadra de la casa de Bernarda.

Controversia (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora