Cap.42 "Yo quiero justicia y la quiero escrita con sangre."

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Cinco minutos más tarde de la pequeña pero salvadora aparición de Elías, ya estaba en la sala, gritando como una loca que teníamos que volver al pasado una vez más. Teníamos una última oportunidad de hacer las cosas bien y no podíamos desperdiciarla.

—Alison, ¿de qué estás hablando? —preguntó Ulises, mirándome como si estuviese totalmente loca.

—Les estoy hablando en serio. Elías fue muy claro con lo que quería que hiciéramos. Tenemos que volver, una última vez —expliqué mientras arrebataba el reloj de arena de la mesita de la sala, notando que quedaba poco tiempo—. Mierda, no creo que sea más de una hora.

—Ya te volviste loca —agregó Tessa mirándome y le di una mirada fea, dándole a entender que no me estaba apoyando en ese momento.

—Es en serio, les juro que lo vi. Y fue tan real como todas las otras veces que apareció para hablarme. Tan real como lo vio Reni por primera vez —agregué y ella me miró atenta, porque nadie le había creído demasiado la primera vez que ella lo contó.

—¿Estás segura de lo que quieres hacer? —preguntó Cato, negando con la cabeza, como si fuese una locura.

—Si —respondí firme—. Si hacemos esto, podemos lograr traer a Elías de vuelta y seguir viviendo, tal como antes pero con Elías aquí. Pero si no lo hacemos, de igual forma cuando la arena haya caído por completo, desapareceremos.

Todos se dieron miradas de dudas entre ellos. Sabía que eso último había logrado convencerlos. Porque era cierto. Antes que quedarnos sin hacer nada, podíamos intentar una última opción. Porque honestamente, no nos quedaba de otra.

—Está bien —aceptó Noel—. Yo voy.

—También yo —agregó Nathan y le di una pequeña sonrisa.

—Esto es un suicidio pero de todas formas nos desvaneceremos si no hacemos nada —intervino Irina, acercándose a la ronda. Cato salió corriendo hacia la cocina, buscando el cristal para volver atrás.

—Reni, asegúrate de que Bernarda no salga de su cuarto en el tiempo que nos estemos —le hablo Augusto y ella asintió con la cabeza.

Se aferró a su nuca y lo abrazó con fuerza. Él se lo devolvió, estrechándola con su cuerpo por la cintura. Vi unas cuantas lágrimas caer por los ojos de la rubia y no pude evitar recordar la Renata de esa distorsionada realidad, que no quería ni tener cerca a Augusto. Pero aquí, en nuestro presente real, ella lo amaba más que nadie.

—Ten cuidado —susurró.

—Lo tendré —respondió él—. Volveré, te lo prometo —dijo él limpiando sus lagrimas. Se dieron un último beso, probablemente salado, y ella corrió escaleras arriba.

—No debiste prometer eso —le dijo Noel, negando con la cabeza.

—Lo sé, no tenía otra opción —dijo Augusto carraspeando su garganta.

Cato volvió y nos juntamos en el centro de la sala de Bernarda. No podía creer la cantidad de cosas que sucedieron en esa sala y allí mismo, íbamos a nuestro último viaje. A quizá nuestra última aventura. A nuestros últimos momentos de vida.

—¿Listos? —preguntó Cato cuando me entregó el cristal para viajar a dónde yo quisiera, porque Elías me había dado la información a mi. Así que, ellos me seguían.

—Si, listo —dijo Ulises, nervioso mientras Tessa saltaba en su lugar, queriendo quitarse los nervios.

—Esperen, ¿a dónde vamos? —preguntó Irina cuando todos nos tomamos de las manos.

—Al día siguiente de que todo ocurrió —le respondí y vi como todos cerraron sus ojos, menos mi hermana que esperaba por una respuesta más concreta—. El funeral de Elías.

Controversia (Trilogía completa)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora