Cap.47 "No voy a dejarla".

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Un dolor se instaló en la parte trasera de mi cabeza. Instantáneamente, mi mano quiso sonarse la zona afectada, pero no tuve las fuerzas para levantarla. Decidí mover algo menos pesado y así fue como abrí mis párpados.

Mi habitación estaba vacía, oscura, a excepción de la luz lunar que entraba por la ventana. Moví mi cabeza lentamente, esperando que mis ojos se acostumbraran a la poca luz, pero la luz de noche de mi mesa se prendió. La perilla se movió pero no había nadie que la hubiese apretado. Mi mirada viajó hacia la puerta y pude ver a Irina, con la mano sobre el marco de la puerta.

—Hola convaleciente —sonrió con dulzura.

—Pasa —le dije seca mientras me sentaba un poco. Ella nunca había estado aquí y quizá no tenía la confianza para hacerlo por su cuenta. Temerosa entró en el cuarto y se sentó en mi cama.

—¿Estas bien? Te golpeaste muy fuerte la cabeza cuando caíste. Tessa se encargó de cerrar la herida pero supongo que duele —me hizo saber mientras movía las manos nerviosa. Asentí con la cabeza.

—No fue el golpe lo que dolió —aclaré mi garganta y ella miró hacia abajo—, pero estoy bien —tenía que mostrar esa postura siempre. No podía permitirme mostrar debilidad.

—Se que no es así —respondió ella.

Aún sentía dolor y resentimiento. Me sentía utilizada y sentía que todo había sido una farsa. Pero esto era tan difícil y complejo para mi que no tenía energías ni para estar molesta.

—¿Y como esperabas que reaccionara? ¿Que todo estuviese bien y perfecto después de que me mintieron desde que me conocen? —solté molesta.

—Lo siento, ¿si? Estaba aterrada de tener que decirte la verdad sin siquiera conocerte.

—¡No es excusa!

Estaba en modo automático y no podía sentir nada, aún menos expresarlo. En cualquier momento, le habría gritado a Irina que no tendría que habérmelo ocultado, a Nathan que era un idiota por saberlo y no decirme. Y ni hablar de Renzo, ese maldito no despertaría.

Pero no podía reaccionar. Mi mente pensaba en tantas cosas que no podía sentir nada.

Asi que lo único que podía decir era lo que mi garganta me permitía. No tenía las fuerzas para afrontar esto ahora.

—Tendría que habértelo dicho antes. Todos. Renzo también —sonó triste.

Quizá ella esperó que en tantos años, el me contara que teníamos una hermana.

—Creí que tú sabrías que tenías una hermana perdida por ahí, y Renzo me contó las pocas ganas que tenías de vivir aquí. Si te decía que era tu hermana tan pronto como llegaste, saldrías corriendo de vuelta a California —bajó la cabeza—. Renzo debería habértelo dicho.

—Lo sé, voy a matarlo por eso —negué con la cabeza bajando la vista.

—Tendrás mi ayuda —sonrió y pero no la seguí—. Todos están abajo. Bueno... Cato, Noel y Nathan —se corrigió—. Están hablando sobre algunas tácticas para el ritual —movió la cabeza restándole importancia, quizá para dejarme en claro que mi hermano y mi novio no se estaban matando.

—No quiero verlos de igual manera —me crucé de brazos y miré por la ventana como si fuese lo más interesante del mundo—. Que locura —dije más para mi que para ella.

—¿Que cosa? —preguntó intrigada, pero ella ya sabia por donde venia el tema.

—Mi cuñada es mi hermana —negué con la cabeza riéndome sin una pizca de gracia y ella me siguió.

Controversia (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora