Cap.11 "Solo quiero besarte".

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Mi primer día de trabajo no había estado tan mal. La había pasado muy bien con Jade. Para mi suerte, había sido un viernes. Bernarda me había dicho que ella cuidaría de la niña durante el fin de semana. Así que volvería el lunes.

Luego de decirle siete veces a Nathan que estaba bien, que podía volver a mi casa sola, llegué sana y salva. Y lo primero que hice fue comer. La comida es lo mejor.

Renzo había cocinado tarta. El sabía cuánto yo amaba sus tartas, asi que había estado preparando una para mi.

Si, el cocinaba. Una persona que se encuentra a mi hermano en la calle vestido todo de negro el cual si te ve, te dice "¿Que me miras, idiota?", nunca podría pensar que es un buen cocinero. O que al menos lo intenta. Pero no. El desgraciado no solo lo intenta, sino que cocina y demasiado bien. Sus comidas son lo mejor.

Definitivamente, a el recurriría cuando me casara. Si es que eso pasaba en algún momento. ¿Eso podía pasar? Mmm... Tendré que conseguir gatos.

**

Había estado todo el sábado en una plaza que tenía el pueblo cerca de la escuela. Coni sugirió un picnic. Bastian aceptó con tal de que ella llevara las galletas que solía prepararnos y a pesar de que el césped no era de las cosas más favoritas de Dante, Coni le venía rogando desde hacía dos días que por favor viniera con nosotros. Yo simplemente, acepté porque no tenía otra cosa para hacer.

Corrí escaleras arriba mientras escuchaba a mi hermano gritarme que no corriera que algún día iba a caerme bien feo y el no me llevaría al hospital. Cuando la verdad es que me caería peor que bien feo y el me llevaría hasta el hospital, aunque sean casi las diez de la noche. Entré en mi cuarto y tomé mi ropa interior. Me dirigí al baño y tomé una larga y relajante ducha.

Cuando terminé, noté que no me había preparado el pijama. Así que, me puse mi ropa interior y corrí a mi habitación esperando que en ese segundo, mi hermano no saliera de su cuarto. Cerré la puerta y me saqué la toalla del cabello. Me recosté en mi cama unos segundos, para relajarme y luego vestirme para ya dormir. Mis ojos se cerraron de a poco y mi cabeza se fue hacia un lado donde parecía estar más cómoda.

—Wow —mis ojos abrieron al instante y me senté por reflejo.

—Maldita sea —dije asustada y furiosa.

Había un Nathan sin camisa apoyado sobre mi pared. Llevaba un jean oscuro y zapatillas negras. Su cabello estaba mojado, como si hubiese salido de la ducha hace unos minutos.

No era la primera vez que me planteaba si estaba completamente vestida frente al estúpido trepa ventanas, pero si era la primera vez que no lo estaba.

Solo llevaba mi ropa interior roja.

Roja, como probablemente mi cara en este momento.

Lo primero que se cruzó por mi mente fue cubrirme con la sabana a mis pies, cuando me di cuenta que eso sería completamente inútil.

Primero, porque el ya me había visto. Segundo, yo no tenía idea de cuánto tiempo llevaba allí.

Escuché su risa y vi como caminaba hacia mi.

—Maldición Nathan. Casi me matas del susto, gran imbécil —le dije mientras veía una sonrisa en su rostro.

—¿No intentarás cubrirte? —preguntó el mientras se acercaba un poco más y podía sentir su perfume. Revoleé los ojos.

—¿Que caso tiene? —me encogí de hombros y el negó con la cabeza—. ¿Cuanto llevas ahí?—pregunté. El se mordió el labio inferior.

—Lo suficiente para no querer irme —me guiñó un ojo y se sentó en mi cama.

Controversia (Trilogía completa)Where stories live. Discover now