Cap.49 "Tal como su madre".

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Junio, 2022.


Mis pies se movían a toda velocidad, mi cabello se venía a mi cara a cada segundo pero mis brazos eran muy necesarios para impulsarme hacia adelante, así que hacía lo posible por quitarlo con movimientos de cabeza.

Abrí las puertas con total brutalidad y me acerqué a la primera persona que vi detrás de un mostrador. Me habló con tranquilidad pero se apresuró a darme una respuesta cuando notó la prisa en mis palabras. O en mi voz. Quizá fue el sudor en mi frente y el cabello despeinado. Toda yo era un manojo de nervios y era sencillo darse cuenta que estaba desesperada.

La agradecí rápidamente y volví a correr por uno de los pasillos. Subí unas escaleras, casi cayéndome en el descanso al doblar, pero mi brazo logró sostenerse de la barandilla antes de quedarme sin dientes contra el escalón. Busqué el cuarto que la mujer me dijo y corrí hacia allí.

Al doblar en un pasillo, noté que allí era porque vi a Cato, Ulises y Renata sentados en las sillas de espera. Se levantaron al verme y me detuve antes de llevarlos puestos con mi corrida.

—Ya estoy aquí —dije agitada y tomando un poco de aire—. ¿Dónde está? —pregunté esperando que no me hicieran decir ni una palabra.

—Está aquí dentro —me señaló Bernarda, sobando mi espalda al darse cuenta que estaba totalmente agotada.

Carraspeé mi garganta, más que nada intentando tragar saliva que no hallé y fue cuando me recompuse un segundo. Entré en el cuarto, notando que la puerta estaba abierta y allí los vi.

Además de tres enfermeras que se movían de un lado al otro, Augusto y Tessa sostenían las manos de Irina. Ella estaba tendida sobre una cama, respirando a grandes bocanadas de aire mientras ambos a sus lados intentaban calmarla. Augusto se hizo a un lado cuando me vio y dejó que tome su mano.

—Ya vine —le hice saber con una sonrisa reconfortante.

Su frente estaba llena de sudor y su cabello se dividía en mechones al estar algo mojado de transpiración. Sus piernas estaban abiertas bajo la bata y tenía varios almohadones detrás de la cabeza.

—Creí que comparado a todo lo que viví, esto sería muy fácil —bromeó con el rostro algo contraído en dolor. Apreté un poco su mano, esperando que eso le diera fuerzas.

—Tranquila, lo será —la animó Tess con una sonrisa, sobando su otra mano. Ella la miró y agradeció con sus ojos.

—Solo tienes que seguir respirando —dijo Augusto abriendo los ojos, como si esto fuese algo de vida o muerte. Tess se asustó un poco de la forma en la que habló pero mi hermana lo confrontó.

—¡Estoy respirando! —le gritó ella de la misma forma, demostrándole que estaba haciendo lo que él le pedía.

—¡Pues respira más! —agregó él moviendo los brazos y los miré como si estuviesen locos.

—No se va a morir, Augusto. Ya sal de aquí, la estás poniendo nerviosa —intervino Tess para empujarlo por la espalda hasta salir del cuarto—. Solo dejen pasar a Bastian cuando llegue —dijo antes de cerrar la puerta.

—¿Dónde está Bastian? —murmuró mi hermana cerrando los ojos, totalmente agotada.

—Está viniendo con Nathan —le expliqué, acariciando su cabello y Tess me extendió una toalla que estaba usando para secarle el sudor de la frente.

—Díganle que se apure —jadeó tirando la cabeza hacia atrás.

Los obstetras le dijeron a Irina que probablemente tendría a su bebé esa semana, así que ella habló con todos los Clarke para que pudiesen estar presentes. O al menos, los que no estuviesen ocupados. Por supuesto que todos pedimos permisos, como hicimos seis meses atrás cuando tuvimos que volver a Hills Town para salvar a Elías. Esta vez, volvimos para ver nacer a Alex.

Controversia (Trilogía completa)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt