Siete.

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Creyó haber olvidado la contraseña del viejo departamento, el cual estuvo pagando todos esos años y sin siquiera utilizarlo, pero contento de que todas las pertenencias siguieran sanas y salvas, sin suciedad, ni descuido. Observó la sala de estar, tan ordenada y con los muebles oscuros. El estante de libros junto al equipo de música con discos a sus costados. La mesa a un costado, mostrando la vista del gran ventanal. Y el sofá de cuero negro que se veía demasiado cómodo, haciéndole sonreír al recordarlo allí sentado.

— Todo está tal y como lo dejó, señor. -la sirvienta confesó con una sonrisa, entregándole la tarjeta que le permitía entrar al departamento, junto con la contraseña de la puerta- Que pase una buena mañana.

— Gracias. -la observó irse, por lo que tomó su maleta y la llevó hacia la habitación, sintiendo un nudo en su garganta ante el recuerdo de aquel hogar-

Todo seguía igual, como si él aún estuviera ahí, durmiendo a un lado de la cama y sonriendo cuando lo despertaba. La ropa aún en el armario, en buen estado como sus zapatos y sus gorras de lana; eso le causó un pesar en el corazón.

— YoonGi... -susurró débilmente, mordiendo su labio inferior para evitar que temblara, sosteniendo la suave tela de una de las camisetas blancas que el mayor tanto amaba- Ha pasado mucho tiempo y aún así, yo...-bajó lentamente la mirada, alzando un poco sus cejas al notar una caja en la parte baja del armario, recordando exactamente lo que había dentro y sintiendo un cosquilleo de solo pensarlo-

Se acuclilló, quedando sentado sobre el suelo y tomando la caja oscura, tragando saliva antes de abrirla, sintiendo su rostro calentarse por completo al ver esos juguetes que cuyo dueño compró para divertirse con él. Su corazón comenzó a latir tan fuerte cuando sus ojos se enfocaron en esa ropa interior de encaje oscura, junto al arnés de cuero para piernas y cuello.. Tantas cosas que YoonGi compró para ambos y que solo utilizaron menos de la mitad, pero con tan solo eso pudieron disfrutar al máximo cualquiera de ellas.

El solo pensamiento del sexo con su ex logró que sintiera esa vibración que no había sentido por mucho tiempo y solo quiso borrar de su mente cualquier situación.

— Dios. ¿Qué estoy pensando? -enredó sus manos en su cabello negro, negando varias veces al pensar en el cuerpo desnudo de su ex novio, pero era imposible no hacerlo-

Se recostó sobre el suelo no sin antes tomar un objeto de la caja, sintiendo dolor en su entrepierna, creyendo que estaba siendo un maldito pervertido y no en el buen sentido. ¿Pero qué podía hacer? La maldita abstinencia lo estaba matando. Así que, sin pensarlo más bajó su mano hasta llegar a sus muslos, deslizándolas hacia arriba para rozar el bulto en su pantalón, gruñiendo y frunciendo el ceño por gustarle demasiado.

— Tal vez debería jugar contigo...-observó el vibrador rosado en su mano derecha, sonriendo de lado al sentir puntadas debido a su excitación y que pronto acabaría si ese juguete funcionaba- Me divertiré solo un rato..

Pero su móvil comenzó a sonar debajo de su trasero, como si alguien lo hubiera descubierto en plena acción y quisiera detenerlo, por lo que a regañadientes tomó el aparato, viendo que se trataba de un número privado, así que simplemente respondió al tomar una voz más seria, escuchando la voz femenina que lo llamaba.

"¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Disculpe la molestia. Me dieron este número por si el primero no respondía"

"¿Quién le dio mi número?"

"La empresa 'Hybe'. Soy una de las escritoras y necesito ayuda.."

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Caótico Deseo|| TerminadaOnde histórias criam vida. Descubra agora