Cincuenta y uno.

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YoonGi observaba con atención la manera tan ordenada en la que su chico ordenaba su ropa dentro de la maleta, concentrado en que todo entre bien y pueda colocar algo más, pero él creyó que ya era suficiente toda esa ropa que estaba empacando, además de que no entendía el por qué estaba haciéndolo, así que decidió preguntar, recibiendo una sonrisa dulce después de mostrar su desconcierto; Jimin sonreía tan bonito.

— Quisiera llevarte a un lugar antes de irnos de viaje.

— ¿De viaje? -sus cejas se elevaron al mismo tiempo que un hermoso mohín se formaba en sus labios, sin notar que el azabache se había acercado a él- ¿Y a dónde iremos?

El menor deslizó sus brazos por los hombros del mayor, abrazándolo por el cuello mientras sentía los brazos ajenos rodeando su cintura con posesión, siendo tan magnífico el ver ese rostro que tanto adoraba más de cerca. Acercó sus labios hacia los del otro, besándolo con dulzura y lentitud, sintiéndose increíble por jamás cansarse de los besos de su hombre, sino que cada día se sentía más ansioso por él y por todo su ser; amaba a YoonGi como a nadie en el mundo.

— ¿Recuerdas Daegu? -susurró sobre los labios ajenos una vez que cortó el beso, sintiendo la presión que hicieron aquellos dedos sobre su cintura cuando lo hizo- El lugar donde viviste hasta tus once años.

— Lo único que recuerdo de Daegu, es el puesto de comida rápida y los árboles de cerezos con sus hojas rosadas cayendo hermosamente.. -los sentó al borde de la cama, dejando que el menor se sentara sobre su regazo, apretando su muslo izquierdo de una manera provocativa, queriendo morder esa piel poco bronceada que tanto adoraba- ¿Por qué quieres ir ahí?

— Iremos a ver a tu madre.

Las caricias de YoonGi se detuvieron al escuchar sus palabras, mirando a Jimin como si hubiera dicho algo prohibido, como si aquella palabra final rompiera su corazón, pero que al mismo tiempo lo llenaba de ilusión. El menor sostuvo las mejillas del rubio cuando pensó que algo había hecho mal, dándose cuenta de que tal vez el mayor recordó algo otra vez, porque cuando eso pasaba, los ojos oscuros de este brillaban hermosamente tristes.

Decidió ayudar a YoonGi con su maleta después de que este se haya relajado un poco, contándole que su madre aún no estaba enterada de su aparición y que tal vez podría causarle un susto terrible, pero tratarían de llevarlo todo con calma, para que las cosas funcionen bien y poder quedarse allí aunque sea dos días. Ahora mismo estaban en el vehículo del menor, conduciendo hacia la carretera que dividía Seúl de Daegu y con los nervios a flor de piel, teniendo la esperanza de que todo resultara bien.

El corazón de YoonGi latía más fuerte con el tiempo, recordando el rostro de su madre y notando que había tenido más de ella que de aquel que fuera su padre; no podía creer que los haya olvidado completamente como todo lo demás. Dolía bastante saber que no recordaba a tus padres, pero deseaba el poder verlos a ambos juntos y felices a pesar de que en su mente él estaba muerto, tal y como ellos estuvieron olvidados en la suya.




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Jimin se acercó a aquella mujer mayor que limpiaba las mesas de su puesto, notando que a pesar de haber pasado años ella seguía siendo igual de hermosa que su hijo. Cuando tocó su hombro y logró hacer que lo observara, pudo notar el brillo especial en sus ojos y la gran felicidad de verlo después de haber pasado tiempo, abrazándolo con cariño, de una manera materna que él siempre adoró desde que la conoció. Se sentía tan contento de volver a encontrarse con Seyeon y tenía la ilusión de que todo resultaría bien cuando le diga el por qué de su visita, pero por el momento, trataría de relajarla con su encanto de siempre, sentándose juntos en esa pequeña mesa después de que la madre de YoonGi le trajera de comer un corn dog.

Caótico Deseo|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora