CAPÍTULO 9: Eslabones débiles

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Marco

15 de septiembre.

Podía oír los pasos de James detrás mío, lo que logró que apresurara mi caminata para llegar cuanto antes a mi oficina. Era sábado por la mañana, pero eso no significaba que no había trabajo que hacer. Tenía el contrato con Harrison Morgan prácticamente en el bolsillo, aún sin ser presentado a nivel mundial.

—¡Deja de huir, Marco! —volvió a gritar igual que un maldito demente —. ¡No te librarás de mí!

Lo ignoré y me adentré de una vez por todas en mi oficina. Tomé asiento y pretendí tomar una llamada cuando el brusco choque de las puertas al ser cerradas terminó por llevar mi paciencia al límite.

—Maldita sea, James. No tengo tiempo para esto, así que lárgate ahora mismo o llamaré a seguridad.

—Vete a la mierda. —Me señaló con el índice —. Por supuesto que no lo harás. Ayer viajaste hasta Long Island para la reunión con Morgan y no volvimos a saber de ti. Que yo sepa, no sueles pasar la noche en la casa de tus socios. Lo que me lleva directo a mi pregunta: ¿En dónde diablos pasaste la noche?

Adquirí un gesto desdeñoso e incrédulo ante su pregunta.

—¿Qué es eso? ¿Una escena de celos?

—No, es la maldita preocupación de la única persona a la que le permites estar cerca de ti —siseó, con su rostro resplandeciendo por la furia —. No confías en nadie y todo el mundo te teme, pero eso no quita que algún jodido imbécil pueda intentar hacerte daño.

—Nadie me tocará...

—Me diste dos opciones: tomar mi saco de mierda y largarme de tu vida, o quedarme a tu lado y cuidar tu espalda, como lo he hecho siempre. Y aquí sigo, pero no puedes pedirme que aguarde en casa sin recibir al menos un maldito mensaje tuyo asegurándome de que sigues con vida.

Sonó como una explosión. Él realmente estaba molesto por mi desaparición de la noche anterior, que pasé en la casa de Lena, pero no tenía la mínima intención de decírselo, porque sabía cuál sería tu reacción.

—Nadie en sus cinco sentidos me pondrá una mano encima, James —sentencié, completamente calmado.

—Nada me asegura eso, pero de acuerdo. Si no pasaste la noche secuestrado por un maldito asesino de billonarios, en dónde diablos estuviste desde la reunión con Morgan, porque por supuesto que lo llamé y me dijo que te habías marchado tres horas luego de que llegaste. Lo que dejó un lapso de más de diez horas en los que nadie supo en dónde mierda estabas.

—No querrás oírlo.

Rápidamente la expresión que esperaba acudió a su rostro: negación.

—Oh, no —murmuró, en shock —. Dime por favor que no hiciste lo que creo que hiciste, porque juro que te mataré.

—No quiero sonar suicida, pero creo que tendrás que matarme, entonces.

La repugnancia, la sorpresa y la negación, todas juntas lo golpearon a la misma vez. Sabía que la simple idea de que yo me volviera a involucrar con Lena no era de su mínimo agrado, para nada. De hecho, podía asegurar que la odiada con cada minúscula parte de su ser.

—¿Por qué mierda hiciste eso? Que yo sepa, no eres un maldito analfabeto que no sabe lo que hace o lo que provoca sus acciones. ¿Revolcarte con la jodida de Lena Fontaine, en serio? —explotó —. ¡¿En qué mierda estabas pensando?! ¡Claramente, en nada! ¡Solo en tu maldita necesidad por meter tu pene en la primera mujer que te abra las piernas! ¡Y por supuesto, que Lena sería pan comido!

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now