CAPÍTULO 20: La Princesa Italiana

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Céline

Cuando al abrir la puerta, encontré a Leonardo supe que todo se había ido al carajo. Él se había enterado de que estaba en la ciudad y no hace mucho se acababa de marchar Marco, así que probablemente se haya encontrado en el ascensor.

Oh, mierda.

¡¿Cómo se supone que explicaré eso?!

—¿Qué mierda haces aquí, Leonardo? —pregunté, intentando fingir al usar mi molestia después de las grandiosas fotografías que salieron de él y mi supuesta mejor amiga.

Él terminó de abrir la puerta de golpe y se adentró en la habitación, con un Alessandro bastante afligido con la situación.

—¿"Qué mierda hago aquí"? ¡¿Tú qué crees?! —gritó, estoico—. ¡La misma pregunta te podría hacer a ti! ¡¿Qué rayos haces en esta jodida ciudad, en este país en conclusión! ¡Sabes muy bien que papá siempre dijo que no podríamos pisarla!

—Bueno, al parecer los tres hemos roto la regla, henos aquí, ¿no?

—No me salgas con tu humor, Céline. No estoy para bromas.

—¿Y crees que yo sí? —lo confronté, aproximándome a él —. No quiero verte, no quiero que estés en mi habitación, pero aquí estás, así que tampoco estoy para malditas bromas, ¿entendido?

Un sonoro suspiro del menor de los tres acaparó nuestra atención, terminando con el ambiente tenso.

—Por favor, solo tómense un respiro, ¿quieren? Llevan peleando desde hace tres años, no puedo continuar en el medio de ambos. Se supone que yo soy el menor, pero son ustedes quienes no dejan de actuar como si lo fueran.

—Bien, entonces, puedes decirle a nuestro querido hermano mayor aquí que no tengo el más mínimo deseo de verlo, así que puede largarse por donde vino, seguramente Phoebe lo está esperando escondida del todo el mundo.

—No la metas en esto —masculló Leonardo, masajeando el puente de su nariz —. Ella no tiene la culpa de esto, esto es entre nosotros, entre la familia, a la que tú pareces querer traicionar al unirte con el maldito bastardo de Marco Vanderbilt...por Dios, ¿en qué mierda estabas pensando, Celine?

Tomé una bocanada de aire llenando mis pulmones con aire antes de continuar y cruzando mis brazos sobre mi pecho.

—Mi jefe me envió, yo solo me cercioraría de que Vanderbilt firmara el contrato, yo no lo representaré, eso fue todo. Yo nunca traicionaría a mi familia, espero que eso lo sepan, ¿no es así?

—Por supuesto que lo sé, linda —respondió Alessandro, a la misma vez que me regalaba una sonrisa de esas que me hacían sentir protegida, acompañada por él en todo sentido —. Sé que debes estar furioso, Leo, pero Ce jamás traicionaría a nuestra familia. Eres el más devoto a papá y vas al cien por ciento con esta enemistad con los Vanderbilt, pero no a todos se nos da fácil odiar a quienes no conocemos. Debes entenderlo.

—No me salgas con esa mierda, Nicolás —lo llamó por su segundo nombre, claramente molesto.

—No le hables así.

Su rostro se giró rápidamente, en busca del mío. Sí algo odiaba Leonardo era que le diesen la contra y si algo amaba yo, era dársela.

—Ya me cansé de esta mierda, Céline —gruñó, masajeando su sien —. Dime qué es lo que quieres, ¿atención? No, no puede ser eso, porque siempre la has tenido. ¿dinero, entonces? No, no lo necesitas... ¿entonces qué es lo que quieres, Ce? Sabes que esto será un duro golpe para papá, mucho más porque viene de ti...

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now