Capítulo 51: El lobo y la leona

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Marco

10 meses atrás.

Londres, Inglaterra.

Las conversaciones, murmullos y susurros resonaban en mis orejas, todas y cada una de las palabras y comentarios que iban dirigidos a mí y todas las supuestas razones del por qué mi esposa no me acompañaba en uno de los días más importantes de mi carrera como empresario y jefe del conglomerado empresarial de los Vanderbilt.

"Seguro se casaron únicamente por marketing" "Su matrimonio es una alianza entre fortunas" "Apuesto a que se divorciaron pero no quieren decirlo para no generar polémicas."

La realidad era que cada una de aquellas suposiciones estaban completamente erradas, excepto una <<Apuesto que están pasando por una crisis matrimonial>> Porque lo estábamos haciendo, aunque no quisiera aceptarlo.

Luego del cumpleaños de Céline, pasamos navidad en familia en Italia, específicamente en la mansión de sus padres, luego continuamos con año nuevo de la misma forma y los primeros meses luego de ello fueron maravillosos, dentro de lo cabía.

Mi onomástico nunca fue tan genial como el que ella me organizó, era mi primer cumpleaños juntos, y no pudo ser mejor:

—¿Una isla privada? —pregunté, atónito mientras ella se encogía de hombros y dejaba un suave beso sobre mis labios.

—Es solo una isla privada que conforma el archipiélago de las Bahamas, de 20 millones de euros; una isla paradisiaca repleta de vegetación e impresionantes playas, en donde podríamos pasar nuestras vacaciones de verano.

—¿Ahora sí lo pasaremos solos? —Rodeé su cintura con mis brazos—. Porque las vacaciones de invierno con tus amigos y tus hermanos fue gratificante hasta cierto punto...

—Lo sé, sé que el llanto durante de la madrugada de Ian te molestaba, pero es un recién nacido, no puedes pedirle que no lo haga.

—Sabes que te amo con cada maldita fibra de mi cuerpo, ¿verdad?

Una sonrisa se dibujó en su rostro, de aquellas que te robaban el aliento y te impulsaban a provocar mil y un veces, porque te provocaba tanta paz interior que simplemente era invaluable.

—Lo sé —sonrió, con sus ojos brillando detrás de sus anteojos de armazón negro.

—Entonces, sabes que el Porsche 918 Spyder y el bote Lamborghini 63 no eran necesarios, cariño...

—Nada lo es, ¡todo es material! Pero tú me regalaste un collar de diamantes, un anillo valorizado diez veces más de lo que cuesta los de las personas normales, además de esa habitación roja, que no hemos dejado de usar, una biblioteca con más de mil libros y organizaste una fiesta sorpresa...Y tú no querías una, que digamos...

—Un día completo contigo me habría venido genial, casi no te he visto con todo el trabajo.

—Lo sé, y debemos cambiar eso. Acabas de cumplir veinticinco, envejeces, y yo lo hago contigo; no podemos pasar nuestros días escondidos en trabajo y papeleo —rodeó mi cuello, aproximándose a mis labios, mientras yo deslizaba mis palmas hasta llegar a su glorioso trasero bajo la pijama de seda que llevaba puesta—. ¿Prometes que, al igual que yo, harás todo lo posible por hacer tiempo para nuestro matrimonio?
Entre todas las audiencias, reuniones de trabajo, voluntariados bajo en nombre de la ONU, entrevistas y viajes de negocios no habíamos pasado todo el tiempo que queríamos. Apenas llegábamos a casa y el otro dormía o simplemente regresaba por la madrugada, casi no nos veíamos, excepto los fines de semana en donde tomábamos aire en Central Park con las bolas de pelo que habían crecido a la velocidad de la luz.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin