CAPÍTULO 25: Dos días

3.2K 149 11
                                    

Marco

El verla con aquel majestuoso vestido blanco me calcinaba, sobre todo la abertura que exponía su muslo derecho y la manera en la que el escote resaltaba sus preciosos senos, pero lo que logró enervarme fue el hecho de que ya tuviera a alguien más. Un moreno de cabello corto y ojos oscuros apretaba su cintura mientras ambos mantenían una conversación con quien parecía ser... Nathaniel Lombardi.

No terminaba de comprender cómo fue que terminaron las cosas entre ellos, pero luego del escándalo no esperaba verlos juntos.

Intentando no sucumbir ante ese molestia de haberla charlando con el moreno, que le hablaba a la oreja y acariciaba su espalda desnuda, la había provocado durante toda la noche, arrebatándole el collar que sabía muy bien que ella quería, permitiendo que otra mujer me manoseara frente a todo el mundo.

Podía sentir su mirada encima nuestro, claramente no me dejaba tocar por cualquier desconocida, no en público, pero necesitaba provocarla de alguna manera, asegurarme de que realmente causaba estragos en Céline, como lo hacía ella en mí.

Y lo había logrado.

Había oído el repiquetear de sus tacones viniendo detrás nuestros, solo era cuestión de tiempo para que llegara a la limusina, en donde la simpática rubia de grandes ojos azules parecía impaciente porque la tocara, pero no lo haría. Por más linda que fuera, no era la mujer que deseaba...

—Te odio, Marco Vanderbilt, realmente te odio —soltó como si decirlo fuera quitarse un peso de encima.

—¿Realmente has venido hasta aquí para decirme que me odias, eso es todo, Celine?

Sus ojos se posaron en los míos, casi podía escuchar los engranajes de su cabeza moviéndose, debatiéndose en que sí lo que sucedía entre ambos valía la pena o no, pero eso era algo de lo que ningún estaba seguro. Teníamos demasiado que perder, demasiado.

—Le di una segunda oportunidad a Nathaniel, le dije que lo intentaría...

—Y respeto eso, es tu decisión, pero sí estás segura, entonces ¿qué haces en mi limusina, por qué echaste a esa mujer?

—Porque no lo estoy, maldita sea — se desahogó, mientras mis ojos no podían dejar de ver la hermosa apertura de su vestido —. Creía estarlo antes de que tú volvieras a aparecer, pero he estado engañándome a mí misma durante estos meses. Él ha sido tan bueno todos estos años, ¿debería castigarlo por un error suyo? Quiero decir, no ha cumplido en algunos aspectos, pero acabo de terminar con él.

—Celine, está bien, puedes regresar con él o con el moreno. No tienes que enviar toda tu vida por la borda por una simple aventura.

Incluso a mí me quemaba decir aquello, permitir o prácticamente empujarla a los brazos de otro, pero era ella. Era inteligente, era astuta, fuerte y empoderada, merecía mucho más de lo poco que yo le podía dar, y sí eso significaba soltarla cuando apenas sentía haberla conocido, estaba dispuesto a renunciar a todo.

Porque tenía razón, yo no podía darle lo que ella necesitaba y merecía. Yo no era la clase de hombre que estaba con la clase de mujer que era ella, y debía aceptarlo a pesar de que me quemara el simple escenario de no tenerla para mí.

—Ese es el asunto, Marco —concedió lentamente —. Creo que siempre elegiré a alguien como Nathaniel para tener una vida juntos, pero joder, no puedo sacarte de mi maldita y necia cabeza, porque, siendo el ególatra que eres, te has adueñado de todo en tan solo dos jodidos días...

Humedecí mis labios, cerrando los ojos por unos segundos.

—Dios...me estás matando, Celine.

—Yo...

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now