Capítulo 59: Una mera formalidad

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Céline

Intenté deshacerme de la mala vibra que dejó en mí el encuentro con Antoine Vanderbilt, sí, un hombre que no me agradaba en lo absoluto, pero con el que compartía apellido debido a mi matrimonio con su hijo. Como decía, intenté enfocar mi mente en la única actividad que podía desestresarme y en la que la anatomía y experiencia sexual de Marco no estuvieran involucradas: los pilates.

Estaba en el enorme gimnasio privado que diseñó Marco previamente a todo el desastre. Era una habitación enorme, con ventanales al patio trasero en donde podía ver cómo adiestraban a Teddy y Hunter, pero lo que sin duda agradecía era que él hubiera tomado en cuenta lo que disfrutaba. Lo suyo siempre fue el gimnasio, alzar pesas y esas cosas, y lo mío fue los pilates, por lo que me encontraba del otro lado de la habitación en mi propio estudio.

Eran las primeras horas de la mañana siguiente al encuentro en París con Antoine Vanderbilt, tenía todo un espectáculo que seguir, pero mientras tanto me encontraba con ropa de ejercicio, rodeada de tranquilidad y I Wanna Dance whith Somebody sonando en mis audífonos inalámbricos, que siempre me acompañaban.

Las luces tenues daban un ambiente relajante mientras me preparaba para mi sesión de pilates. Coloqué mi esterilla en el suelo y me concentré en mi respiración, dejando de lado todas las preocupaciones y el estrés de la noche anterior.

Comencé con algunos ejercicios de calentamiento, estirando mi cuerpo y sintiendo cómo los músculos se estiraban y se relajaban. Cada movimiento era fluido y controlado, conectando mi mente con mi cuerpo en perfecta armonía.

A medida que avanzaba en mi rutina, sentía cómo la tensión se disipaba y mi energía se renovaba. Cada movimiento me ayudaba a liberar el estrés acumulado y a encontrar un estado de calma interior.

Me concentré en mi respiración, inhalando profundamente y exhalando lentamente mientras me desafiaba a mí misma con cada ejercicio. Sentía la fuerza y la flexibilidad de mi cuerpo, recordándome a mí misma lo poderosa que era, porque durante todo el vuelo de regreso a Estados Unidos, me sentí impotente, como si estuviera atrapada en un torbellino de emociones contradictorias.

La noticia de que Lucius Vanderbilt, el abuelo de mi aún esposo hubiera logrado ponerme contra las cuerdas en el ámbito legal siendo yo abogada me dejó helada. Por un lado, sentí una profunda furia y frustración al ver cómo una persona tan manipuladora y egoísta podía salirse con la suya una vez más.

El hecho de que él hubiera sido quién filtró los papeles a la prensa y lograra incriminarme luego de que yo accediera a disuadir a la testigo, solo logró recordarme cuánto odiaba mi familia a la suya, porque al parecer no tenía límites. Incluso estaba yendo en contra de su propia familia, pero aparentemente aquello no parecía importarle en lo más mínimo cuando la recompensa era lograr manipularme y usarme a su completo antojo frente a la prensa en su búsqueda implacable de quedar como la víctima.

El tema era mucho más complejo de lo que parecía, era un embrollo legal, en donde podía satisfacerlo quedando como la esposa arrepentida frente a la prensa o en donde si no lo hacía, podría dejar una mancha enorme en mi curriculum como abogada al acusarme de manipulación de pruebas, porque desde luego que yo no iría a prisión. El equipo de abogados de mi familia o mi madre misma lo permitiría.

Sin embargo, me había propuesto no involucrar a mi familia. Respiré profundamente, tratando de encontrar la fuerza y la determinación necesarias para enfrentar esa situación. Sabía que no debía depender de la ayuda de mi poderosa familia ni de sus influencias para resolver ese problema. Era hora de aceptar que debía enfrentar esa batalla sola, aunque intuía que Lucius Vanderbilt lo hacía con todo su arsenal.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें