CAPÍTULO 29: Felicidad, plenitud y satisfacción

3.7K 200 14
                                    

Céline

Viena, Austria

16 de diciembre.

El no haberme hecho la prueba de embarazo en París e intentarlo en Viena con la intensa mirada del británico fue más difícil de lo que creía. Tuve que pedirle a una de las mujeres del equipo que comprara una de esas pruebas que señalaban también las semanas, porque sería jodidamente indispensable.

Los síntomas se manifestaron luego de regresar del viaje a Manhattan, en donde no era necesario una sorpresa inesperada, porque fue donde ese viaje en donde realicé algo que nunca antes había hecho, por lo que un riesgo de embarazo jamás me sucedió, ni siquiera el los años en los que Nathaniel y yo mantuvimos intimidad de manera esperada dentro de una pareja joven.

Los senos hinchados, los vómitos matutinos, el cúmulo de emociones incontrolables y por supuesto el retraso de mi período. Todos síntomas que relacioné con toda la montaña rusa que estaba siendo mi vida en ese entonces. "Quizá subí de peso, Nate nunca los notó, son solo los nervios previos a la boda."

Sin embargo, cuando comprendí que estaba esperando un hijo y uniendo los cabos (las fechas), rápidamente entendí que las probabilidades de que fuera de Marco era supremamente mayores a que fuera de Nate, debido a que la semana previa a mi viaje a Nueva York, el italiano y yo no mantuvimos ninguna clase de encuentro sexual por distintas razones o excusas.

Y al volver, no fue hasta cuatro semanas después que volví a tener intimidad con él, lo que dejaba un margen de más de cinco semanas por las que Marco pudiera ser el padre.

Suposición que confirmé cuando fui al baño y busqué en el armario lo que necesitaba: una pequeña caja blanca con una promesa oculta. Abrí el envase temblando, tomé la prueba y seguí cuidadosamente las instrucciones, sintiendo cómo el latido de mi corazón aumentaba de ritmo.

Mientras esperaba el resultado, las palpitaciones de mi corazón parecían retumbar en la habitación. Pasaron los minutos que se sintieron como horas, y finalmente, cuando tuve el valor de mirar, allí estaba, la confirmación más inesperada en esa pequeña pantalla, tan simple, pero con una inmensa importancia. Mis manos temblaban mientras sostenía la prueba:  Embarazada, 13 - 14 semanas.

La emoción se mezclaba con la ansiedad y la alegría. Miré una y otra vez, incapaz de creer lo que veía. El corazón latía con fuerza, y la sonrisa que se dibujó en mi rostro fue imposible de contener. Un millón de pensamientos y emociones inundaron mi mente, pero en ese instante, solo sentí un amor abrumador y la promesa de un nuevo comienzo. El regalo más asombroso y hermoso que la vida podría otorgarme: la noticia de que estaba esperando un bebé.

Aunque no lo hubiera planeado, aunque no lo hubiera soñado, se sentía como una bocanada de aire jamás imaginada. Algo que sería completamente idílico, creía no estar lista para ser madre, pero nadie lo está por completo. Era una abogada que ganaba un sueldo por el que muchos morirían, era independiente en muchos sentidos, creía creerme una buena persona dentro de mis errores y esperaba que todas esas cualidades me hicieran una buena madre.

Con lágrimas en los ojos, levanté mi blusa de seda, reconociendo por primera vez la nueva forma que había tomado mi anterior vientre plano, era un volumen demasiado tierno, casi imperceptible a lo lejos, pero yo lo notaba.

Fue entonces que capturé la prueba en una fotografía, enviándosela a Phoebe y no pude evitar investigar un poco debido a la emoción. Al parecer, por el Doctor Internet, mi útero había crecido en el tercer mes hasta sobrepasar mi pelvis, sobre todo a expensas del cuerpo y el fondo uterino, por lo que cambió la forma de pera por una mucho más esférica.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now