Capítulo 66: Un daño colateral de acciones ajenas

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Marco


Nada, absolutamente nada justificaba lo que le hice, lo que provoqué en ella, pero también sabía que jamás me habría perdonado el que la volvieran a lastimar por el egoísmo dentro mío que aclamaba que ella fuera feliz...conmigo.

Lo supe cuando en medio de las reuniones con el psiquiatra y la familia del joven en Alemania, se presentó en mi casa alguien que debí prevenir. De hecho, lo hice, pero me cansé de esperar a que hiciera acto de presencia, por lo que cuando llegó junto a un grupo de hombres, no tardé en recibirlo con los brazos abiertos y bien preparado.

Gerard Lombardi.

—¿Quién de ustedes es Marco Vanderbilt, el caballerito británico y esposo de la hija de Theo Crawford? —inquirió, tomando asiento en frente de nosotros: Antoine, Lucius, Maverick y yo.

—Yo soy Lucius, también un Caballero británico, y el mayor de aquí.

—Sí, eso puedo notarlo.

—¿Te burlas de mi abuelo? —intervino Maverick, sacando el cigarrillo de su boca.

—De acuerdo, aquí está el abuelo y el bocón, pero sé que el jefe es Marco, y notando la diferencia entre los dos restantes, supongo que ese eres tú, —me señaló, furioso— porque me miras como si estuvieras cansado de todo este teatro o como si fuera yo una jodida zorra.

—¿Ha considerado dedicarse a las adivinanzas?

—Sí, me advirtieron de tu humor oscuro. ¿En dónde mierda está el pirata?

—¿Bradford? No se preocupe, señor Lombardi, él no está apuntándolo a través del vidrio con un francotirador a la distancia... ¿o sí? —bromeé, sintiéndome extrañamente en ventaja.

—Estamos frente a un narcisista con delirios de grandeza.

—No son delirios, señor. ¿No me ha visto? ¿Qué es lo que busca, aquí, en mi casa, ahora? Han pasado meses enteros desde la muerte de su hijo...

—¡No lo llames "muerte", tú lo asesinaste, maldito hijo de perra!

—¿Lo hice?

Pretendió irse contra mí, casi montándose encima de la mesa, cuando Antoine lo regresó a su sitio, empujándolo con tal fuerza que pude escuchar su cuello crujir.

—Quédate en tu puto asiento —amenazó con los dientes apretados.

El italiano dirigió su mirada hacia mí.

—Te crees muy inteligente, ¿no es así? Trajiste a tu poderosa familia...

—Jamás dije que usted no pudiera hacer lo mismo, verá, señor Lombardi. Tiene más que perder usted que yo en este momento, asesinarme, ¿en serio? Pudo haberlo hecho cuando se enteró de la noticia, pero todas y cada una de las personas en esta habitación saben muy bien que, si usted se llegase a atrever a siquiera pensarlo, tendrá una bala con su nombre marcada en ella. A veces tenemos que fingir conocer menos que los demás para ver hasta dónde llegan las personas que se creen inteligentes...

—No quiero asesinarte, no por el momento. Quiero a Celine Crawford.

—De hecho, es Vanderbilt ahora, así que eso deja bastante claro cuál será mi respuesta a su jodida y patética petición.

—Sé muy bien que tú asesinaste a mi esposa, la hija de Theo Crawford sería el ojo a ojo. Tú continuarás vivo, no estás dentro de mis planes por el momento, pero quiero a la princesa italiana.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ