CAPÍTULO 22: Esa sensación de paz y libertad

3.2K 179 28
                                    

"Desde el exterior, parece que llevo una vida muy buena, pero si profundizas un poco, verás que hay una gran desesperación dentro de mí." - Irvin D. Yalom.

Céline 

Habían pasado dos semanas desde entonces, desde aquella bochornosa llamada para ser específica. Había visto su discurso en mi oficina durante las 3 de la madrugada debido a la diferencia de horas entre Nueva York y París. No podía siquiera pensar en algo más que no fuera en él, porque se había encargado de entrar a mi cabeza sin siquiera quererlo.

Cerraba los ojos y los suyos aparecían, en medio de la oscuridad a nuestro alrededor. Podía sentir su respiración contra mi nuca igual a como lo hizo en el baño el día anterior, podía sentir sus manos recorriendo cada resquicio de mi cuerpo, incluso de mi alma.

Sus labios apoderándose de mi piel, y sus gruñidos retirándome lo mucho que me gustaba oírlo maldecir mi nombre con los dientes apretados, los ojos cerrados y la cabeza echada para atrás.

Marco Vanderbilt se había adherido a mi cuerpo como jamás lo imaginé, era simplemente imborrable de la misma forma que inimaginable e indescriptible.

Deseaba volver a experimentar todo de nuevo, pero sabía que sería únicamente con él con quien podría hacerlo, lo que estaba prohibido de nueva cuenta, demasiado prohibido. No solo le había fallado a mi compromiso, convirtiéndome en lo mismo que Nathaniel, sino que le había fallado a mis padres, específicamente a mi padre, quién siempre nos aconsejó sobre aquella familia, reiteradas ocasiones nos advirtió sobre lo que eran, pero existen cosas que simplemente no se pueden controlar, ¿no es así?

No lo hice adrede, al menos no la primera vez, pero la segunda, fue completamente consciente. Y lo peor era que no me arrepentía, no lamentaba el hecho de haberme acostado con Marco, sino el tener que ocultarlo del todo el mundo, como si fuese algún tipo de pecado capital.

—¿Se puede saber qué es lo que te tiene tan pensativa en todos estos días? ¿Se trata de la boda? —preguntó mamá, tomando asiento frente a mí.

Había quedado con ella para definir juntas unas cláusulas de un cliente que fue suyo y pasaría a ser mío luego del cambio de abogada, además de lo obvio: los últimos detalles de la boda que se llevaría a cabo en poco más de un mes y medio.

—No es nada importante.

—Aun así, quiero saberlo. —Levantó su pequeña taza de té directo a sus labios, levantando ligeramente el meñique como era costumbre —. Desde que te recuperaste de ese dolor de estómago no has vuelto a ser la misma, te noto diferente, ¿quieres decirme qué sucede, cariño? ¿Algo en lo que pueda ayudarte?

Sonreí sin notarlo. Adoraba cuando mamá actuaba como una madre-oso, era simplemente perfecto.

—En serio no es nada, mamá.

—¿Es Nathaniel?

—¿Qué? No, todo con él está...como siempre.

Le di un sorbo a mi taza de jugo de naranja natural, mientras el sol parisino del mediodía chocaba contra mis gafas oscuras.

—Eres tan mala mentirosa, o tal vez es solo porque soy tu madre —dictaminó, con una sonrisa —. Algo te sucede, puedo notarlo. No contestas las llamadas de tu padre, pareces evitarlo no sé por qué, ni siquiera pareces nerviosa por los arreglos para tu boda, la que por cierto será maravillosa, justo como la mía con tu padre.

—Sí, lo noté en su álbum de fotos.

—¿Ya elegiste qué presente se dará? No lo sé, podría ser una bolsa con productos de Dior para las mujeres y para los hombres, alguna pluma de oro y personalizada de Cartier.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now