Capítulo 75: Una trágica sinfonía de sufrimiento

251 8 0
                                    

Celine


Cuando recuperé el conocimiento, me encontraba de nuevo en un lugar desconocido, rodeada por la oscuridad y el silencio. El dolor en mi cuerpo y la sensación de desorientación me recordaban cruelmente que mi pesadilla aún no había terminado, que seguía siendo una prisionera en manos de aquellos que deseaban hacerme daño.

Al abrir los ojos, el frío de la habitación y la dura realidad me golpearon con una fuerza abrumadora. No estaba en el hospital, como había esperado, sino de regreso en mi prisión, rodeada por las mismas paredes frías y sombrías que había conocido durante tanto tiempo.

Mis ojos recorrieron la habitación, buscando desesperadamente alguna salida, alguna esperanza de libertad, pero todo lo que encontré fue la figura ominosa de Kennedy sosteniendo una pistola, apuntándome con una mirada fría y despiadada.

Mis manos estaban sujetas por grilletes anclados al techo, manteniendo mis brazos extendidos y dejándome completamente vulnerable ante él. Intenté luchar contra mis ataduras, pero era inútil. Estaba atrapada, indefensa, a merced suyo.

El miedo se apoderó de mí, paralizándome por un momento mientras luchaba por procesar la terrible realidad de mi situación. Había luchado con todas mis fuerzas por mi libertad, había creído que finalmente estaba a salvo, pero me encontraba de nuevo en sus garras, enfrentando un destino incierto y aterrador.

—¿Quieres dispararme? —siseé, sintiendo mi propia desesperación cegarme—. ¡Vamos, hazlo, dispárame ahora mismo! ¡Acaba con todo esto de una vez, mátame!

—¿Y hacer que te pierdas lo que está por venir?

—¡Solo hazlo, no seas un jodido cobarde ahora! ¡Mi padre está muerto, me tomaste en contra de mi voluntad, hiciste que tus hombres me violaran! ¡Él está muerto, tú ganas!

—Tu padre puede estar muerto, pero estos dos leones no...

Mi corazón se aceleró con fuerza cuando vi a su equipo llevando hacia mí a dos hombres encapuchados. Una mezcla de temor y confusión se apoderó de mí mientras los observaba acercarse, preguntándome quiénes serían y qué les habría llevado hasta allí, pero cuando finalmente les quitaron las capuchas, mi corazón se detuvo en seco.

Eran mis hermanos. Reconocí al instante sus rostros, sus ojos llenos de sorpresa y miedo reflejando el mismo terror que sentía en mi interior. La realidad de la situación golpeó con fuerza, haciendo que mi mundo se derrumbara a mi alrededor.

¿Cómo podía ser posible? ¿Cómo habían terminado ellos también allí, en ese lugar oscuro y siniestro? Un millón de preguntas llenaron mi mente, pero las respuestas parecían estar más allá de mi alcance. Solo podía mirar con impotencia mientras ambos eran empujados hacia mí, prisioneros al igual que yo de esa pesadilla interminable.

La angustia se apoderó de mi pecho, una sensación abrumadora de desesperación y desesperanza. Leonardo y Alessandro, a quienes siempre había querido proteger, estaban allí, a merced de los hombres de Kennedy, enfrentando un destino incierto y aterrador.

—Déjalos ir... —supliqué en medio de lágrimas—. Suéltalos y me quedaré contigo para que hagas conmigo lo que quieras...

—Los dos lencillos atacaron nuestra torre creyendo que estabas aquí, pero se toparon con la sorpresa de que tú habías logrado huir...momentáneamente, claro. Así que los tomamos prisioneros, dieron una gran batalla, tan admirable como la que dio tu padre, lograron acabar con muchos de mis hombres, pero no fue suficiente...no cuando estaban rodeados.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now