Capítulo 72: Un último destello de valentía

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Celine


Sonreí cuando extendió su mano hacia mí, claramente ofreciéndome una pieza de baile en plena boda de Madeleine y Tommy, mientras alcanzaba a reconocer a lo lejos a Marco y mi madre bailando una especie de jazz.

—¿Me sacará a bailar? Creí que los hombres Vanderbilt no bailaban...

—No bailamos con quien no nos agrada, y usualmente no nos agrada nadie, así que debería sentirse halada, Madame Lockwood —respondió Antoine con una pequeña sonrisa.

—Siento que los dioses me han bendecido en este día al permitir que el grandioso Antoine Vanderbilt, padre de la energía renovable en América y abuelo de mi bebé, quiera bailar conmigo.

—Eres un hueso difícil de roer, ya lo puedo notar.

Asentí sonriente, tomando su mano y permitiendo que me guiara al centro de la pista de baile siendo acompañados por la melodía del pianista de fondo. Nuestros dedos se entrelazaron y una posé una de mis manos sobre su hombro, sintiendo el ligero roce de su palma en mi espalda.

—Creí que arruinaría la boda o simplemente no asistiría tomando en cuenta que es su exesposa quien se casa —murmuré mientras danzábamos lentamente.

—Madeline es el amor de mi vida, esté o no casada conmigo. Si existe un hombre que puede darle lo que yo no nunca pude, entonces seré feliz por ella.

—Renuncia al amor de su vida, Marco si se parece a usted más de lo que cree.

—Yo no renuncié, acepté que ella no estaba tan enamorada de mí como yo de ella. Su corazón siempre le perteneció a Thomas. Siempre creí que, si no lo mencionábamos o nos cambiábamos de país, eso cambiaría. La simple mención de su nombre me hacía creer que él regresaría a nuestras vidas y la recuperaría...

—Pero Marco y Emma...

—Ellos son todo lo bueno que Maddie sacó de nuestro matrimonio, pero ella me enseñó tantas cosas que me tomaría toda una vida poder explicar, y ni aun así podría.

Podía verla a lo lejos, sonriendo ampliamente en medio de los brazos de Tommy.

—Siempre creí que fue usted quien quiso divorciarse —comenté, observando a los recién casados.

—Nadie en su sano juicio querría divorciarse de una mujer como ella. Es amable, inteligente, fuerte, tenaz, creativa, emprendedora, genuina, es todo lo que un hombre cuerdo querría, y el que esta boda suceda solo deja en claro cuan poca cordura tengo.

—Cuando visité a Marco en ese hospital, hace más de tres años y medio, ella parecía querer divorciarse de usted por lo que le hizo a su hijo.

—No, todo venía desde antes. Proteger a Marco acostándome con Lena Fontaine le trajo más consecuencias a mi matrimonio de las que pensaba, pero ella jamás fue mía. Siempre fue Thomas, él la salvó de su padre, la encontró en el momento en el que ni ella misma podía hacerlo y salieron juntos de un laberinto que parecía no tener salida. Yo simplemente conocí a la mujer que él no pudo proteger como yo, en ese entonces.

Rodeé su cuello con ambos brazos, manteniendo mi vista sobre su hombro.

—A pesar de todo lo que ha hecho, no parece ser una mala persona, señor Vanderbilt.

—Antoine, Celine, es Antoine —demandó.

—Todo lo que ha hecho lo hizo por su familia, y aunque aquello no lo justifica, permite que personas que han pasado por situaciones similares lo comprendan.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora