CAPÍTULO 12: El desconocido resultó ser...

3.8K 192 4
                                    

Celine

—Sé que deben estar un poco preocupados por mí —murmuré al teléfono.

—¡¿Un poco?! —gritó Stefano al otro lado de la línea, y tuve que despegar el aparato de mi pobre oído —. ¡¿En dónde rayos te metiste el todo el resto de la noche, Céline?! ¡Desapareciste de la nada, ¿acaso tienes idea de lo mal que la pasamos anoche?!

Bajé del auto, cerrando la puerta con gentileza y adentrándome en el primer hotel que apareció frente a mis ojos en busca de poder esconderme de los paparazzis hasta que él pasara por mí.

—¡Bueno, ustedes desaparecieron apenas llegamos a ese maldito club, así que sí, tengo idea de lo mal que se pueda pasar!

Escuché un suspiro desde el otro lado de la línea.

—Lo lamento. Creí que Phoebe no tardaría demasiado en ir darle una simple indicación al chofer, pero al parecer desvió su camino a los brazos de tu hermano.

Gracias a su recordatorio, la furia dentro mío se volvió a encender, a la sensación en mi pecho llamada traición.

—Stef... —murmuré débilmente—. ¿Podrías venir por mí? Necesito llegar al departamento, tengo la reunión de trabajo dentro de cincuenta minutos...

—De acuerdo, de acuerdo, iré ahora mismo por ti. Envíame tu ubicación.

Asentí, agradecida por su inquebrantable lealtad conmigo, y corté la llamada.

Habían pasado alrededor de quince o veinte minutos desde mi llamada con Stefano, estaba ubicada en uno de los tantos sofás en el lobby del hotel, mientras observaba a cada una de las personas que transitaban por enfrente mío, esperando que ninguna notara el desastre que era mi maquillaje, mi vestimenta, mi cabello, o la falta de ropa interior bajo el vestido de satín.

No encontraba otra forma para distraerme, hasta que el precipitado sonido de un auto estacionándose a las afueras del hotel, llamó mi atención y cuando reconocí a mi mejor amigo bajar de la camioneta, agradecí a mis adentros y corrí hasta sus brazos.

—Pero ¿qué rayos te sucedió? —inquirió, analizando mi vestimenta, antes de que se quitara su gabardina blanca y la pasara por encima de mis hombros —. ¿Estás bien, necesitas tomar un poco de aire o meditar probablemente? Conozco una cafetería deliciosa a unas cuantas calles.

Me abracé a su torso y no pasó mucho hasta que sus brazos me rodearon, llevándome contra sí.

—Soy la peor persona del mundo —solté, y él me tomó por los hombros.

—¿De qué estás hablando? Tú no eres una mala persona, eres de las pocas que se podrían definir como buenas, de hecho.

—No es cierto. Soy un asco, Stef, hice exactamente lo que Nathaniel me hizo a mí, ¿cómo podría diferenciarme a él ahora? Soy exactamente lo mismo que él.

—Oh, no, eso no es para nada cierto. Tú no le fallaste a tu relación como lo hizo él. Nathaniel traicionó la confianza que pusiste sobre él, le permitiste conocer todo de ti, lo amaste a pesar de todas las veces en las que yo te decía que lo dejaras y que había mejores hombres en la vida, te quedaste con él y permaneciste a su lado por más de seis años, nunca lo traicionaste. Probablemente traicionaste la confianza que tenías sobre ti misma y de tu rol en la relación, pero actuaste por necesidad, necesidad de sentir todo lo que él no te ha dado durante todos estos años, y sí eso te hace una persona asquerosa, para mí no lo eres.

Mis ojos se aguaron ante sus palabras. Era el único con el que conversaba sobre Nathaniel de la manera más real y sincera, mis mentiras y encubrimientos, simplemente mi relación, por eso sacaba conjeturas, que eran tan dolorosas porque en efectivo eran verdaderas.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora