CAPÍTULO 28: Diplomáticamente honesto

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Marco

Los días se habían hecho eternos a la espera de volverla a ver, volverla a sentir y a besar. Ni aun lleno de trabajo conseguía hacerme dejar de pensar en ella, era prácticamente imposible, hasta que el día llegó.

Aterrizaría en el aeropuerto privado en donde mayormente lo hacía mi familia, así que allí estaba; esperándola desde hace 20 minutos atrás, hasta que finalmente la puerta de su jet se abrió y la pude visualizar; La mujer de porte elegante y sofisticado se deslizaba con gracia entre cada uno de los escalones. Su cabello castaño corto enmarcaba delicadamente un rostro sereno y atractivo, resaltando sus facciones finamente esculpidas. La luz reflejaba destellos sutiles en su melena, añadiendo un aura de encanto a su apariencia. Sus ojos celestes irradiaban una mezcla de confianza y dulzura, invitando a quienes la miraban a una conversación sin palabras.

Vestía unos impecables pantalones de pinza blancos que se ajustaban con elegancia a su figura, realzando su esbelta silueta. Combinaba este atuendo con una cafarena negra de escote cuadrado y mangas largas, que añadía un toque de sofisticación y sobriedad a su estilo. Los detalles en la prenda, sutiles pero refinados, resaltaban su buen gusto y refinamiento.

Caminaba con gracia y seguridad, cada paso era un baile de confianza y determinación. Sus tacones altos resaltaban su postura erguida y añadían un toque adicional de elegancia a su atuendo. En su conjunto, emanaba una presencia imponente y cautivadora, una combinación perfecta de belleza natural y un estilo sutil pero impecable, que culminó con una gabardina larga color blanca y pequeño bolso Chanel.

A pesar de su impecable sentido por la moda, no pude pasar desapercibido el enorme cambio en su apariencia, su voluptuosa cabellera castaña clara había pasado a ser un corte al estilo Midi, que llegaba a rozar sus hombros y podía notarse que no se lo había cortado un profesional, sino ella misma con unas tijeras domésticas.

No opiné al respecto, no debía hacerlo, conociéndome al intentar ser amable, podría no sonar como lo planeaba, así que mejor me abstuve y simplemente cambié de tema.

La verdad era que, a pesar de tener aquel corte de pelo, lucía maravillosa, ¿Cómo no lo haría? A pesar de tener los ojos hinchados y la nariz constipada seguía viéndose hermosa.

—¿Me dirás ya a dónde rayos me llevas? —preguntó cuando finalmente nos adentramos a la limusina.

La observé, observé aquellos rastros en su pálido rostro que me demostraban que había llorado durante horas. No me gustaba ver a las personas débiles, me daban lástima, pero con ella era diferente, me afectaba verla de esa manera: tan vulnerable, tan sensible y lastimada, y que yo no pudiese hacer nada al respecto.

—¿Me dirás por qué tienes los ojos hinchados y rojos?

—No

No dudó, y lo entendí, no quería darme lástima, pero no era así. Sin embargo, no podía decírselo, no directamente.

—Entonces, tampoco no. Lo verás cuando lleguemos, tenemos un vuelo que tomar

—¡¿Un vuelo?! —gritó—. ¡No me subiré a un avión sin que antes me digas a donde iremos!

—Sí lo harás. Iremos a un lugar lejos de aquí, no quiero estar encerrado en la casa todo el día para que no nos descubran, ¿tú sí?

Negó, dejándose caer sobre el asiento. Algunos minutos pasaron hasta que sentí un bulto arrinconarse contra mi hombro. No fue necesario verla por completo, era ella, su perfume la delataba. Céline descansaba plácidamente, recostando su cabeza en mí.

La suavidad de su cabello rozaba mi piel, mientras su respiración tranquila denotaba un sueño profundo. Con cuidado, la acomodé suavemente para asegurarme de que estuviera cómoda y se mantuviera abrigada con el gélido clima que traspasaba las lunas polarizadas del auto.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now