Capítulo 41: Tras las cortinas de oro

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"En realidad, sólo existe la dirección que tomamos, lo que puede haber sido ya no vale."— Mario Benedetti.

Marco

Cuando adquirí el collar en la subasta, ocho meses atrás, mi primera intención fue dárselo en algún momento, porque sabía cuánto lo deseó esa noche, pero la madrugada en la que Leonardo nos abordó en Austria y supe que su cumpleaños era más pronto de lo que preveía, planeé dárselo por el día de la madre, pero las circunstancias cambiaron drásticamente y esa oportunidad escapó de mis manos.

Sin embargo, la vida me estaba recompensando con su regreso luego de meses en una profunda agonía. Había escuchado sus palabras, y aún resonaban en mi mente como una dulce melodía. "Estoy jodidamente enamorada de ti". No podía dejar de sonreír, era como si el mundo se iluminara de repente.

Mi corazón latía con fuerza, una mezc0la de asombro y felicidad que me embriagaba. Habíamos compartido risas, confidencias y aventuras, pero escuchar esas palabras transformó todo. Recordaba cada momento que habíamos compartido, cada risa compartida, cada mirada cómplice, pero esa revelación, tan simple y poderosa a la vez, era como un sueño que se hacía realidad. Sentí una oleada de gratitud y asombro, preguntándome cómo había tenido la suerte de encontrar a alguien como ella.

Mis ojos brillaban con una chispa renovada, mi sonrisa reflejaba una felicidad que no podía contener. Cerré los ojos por un momento, saboreando la realidad de esas cinco palabras que cambiaron todo.

Llené mis pulmones de aire, intentando calmarme, pero era inútil. La emoción me invadía de pies a cabeza. Quería gritarle al mundo entero lo que acababa de suceder. La realidad era mucho mejor que cualquier fantasía que hubiera imaginado. Estaba enamorado, y ella también.

Encontrarme con James y prácticamente gritarle a la cara "Ella está enamorada de mí", fue la más grande demostración de cuán satisfecho me sentía, porque aunque ella sabía que yo estaba de ella porque se lo dije en Viena,, no me lo dijo de regreso, pero estaba bien, porque no deseaba forzarla, así que cuando finalmente lo dije, a su tiempo, a su modo, provocó una sensación de plenitud jamás imaginada.

Luego de proponerle matrimonio y que aceptara, pasé toda la mañana y parte de la tarde con James yendo en busca del anillo de compromiso de mi madre y del collar que le entregaría antes de ir a la notaría, luego por un traje a la medida hecho por mi sastre de confianza, fueron horas junto al británico, conduciendo de un lado a otro. Sin embargo, todo valió la pena cuando regresé al departamento y la encontré vestida de blanco.

No era gran fanático de la mística que manifestaban la mayoría acerca de una hermosa mujer vestida de blanco esperando por ti, pero me volví una de esas tontas personas cuando vi a Céline con un vestido elegante, clásico y sofisticado, como era ella.

Mis ojos se encontraron con los suyos, y el mundo se detuvo por un instante. El vestido de novia resaltaba su belleza de una manera que me dejó sin aliento. Era como si la luz misma la abrazara, haciendo que su sonrisa resplandeciera aún más.

Caminaba hacia mí con gracia, con cada paso revelando la elegancia y la delicadeza de su vestido. Las lágrimas asomaron en mis ojos mientras la observaba, incapaz de contener la abrumadora sensación de estar frente a la mujer de la que estaba perdidamente enamorado, a punto de convertirla en mi esposa.

Me acerqué lentamente, sin poder apartar la mirada de ella. Mis manos temblaban ligeramente mientras las posaba en su cintura. Era un instante sagrado, un encuentro silencioso que hablaba más allá de las palabras. Mis labios apenas susurraron un "Wow", pero mi corazón clamaba un "eres la perfección misma".

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora