Capítulo 43: Romeo y Julieta renacen en Roma

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"Quizás es porque me sentí como en casa contigo, mucho antes de que me dejaras entrar." — Ron Israel.

Marco

Roma, Italia.

Château de los Crawford.

Nuestra luna de miel en Santorini fue un poema hecho realidad, una sinfonía de amor y sexo en una isla que parecía pintada por los dioses. Desde el momento en que llegamos, quedamos cautivados por la belleza sin igual de esta joya en el Egeo.

Nos hospedamos en un encantador hotel boutique con vistas panorámicas al mar y a las clásicas cúpulas blancas que decoraban el horizonte. Cada rincón de Santorini estaba impregnado de romance, desde las estrechas callejuelas adoquinadas hasta los vibrantes atardeceres que pintaban el cielo de tonos dorados y rosados.

Los días se deslizaron suavemente entre explorar pueblos con encanto, descubrir playas ocultas y deleitarnos con la exquisita gastronomía local. Las tabernas junto al mar nos ofrecieron momentos íntimos mientras disfrutábamos de platos tradicionales y brindábamos con vinos locales bajo la luz de las estrellas.

Cada amanecer nos encontraba abrazados en la terraza de nuestra habitación, con el resplandor del sol iluminando el Mar Egeo y las casas blancas brillando como gemas en la distancia. Durante el día, navegamos en un velero por las aguas turquesas, explorando calas escondidas y sumergiéndonos en la serenidad del paisaje marino.

Las noches en Santorini fueron un cuadro vivo de romance. Caminamos de la mano por Oia, donde las luces titilantes se reflejaban en las aguas tranquilas, y nos perdimos entre las callejuelas empedradas llenas de encanto. El aroma a flores frescas y el suave murmullo del viento completaban la atmósfera romántica que envolvía cada rincón de la isla.

Santorini se convirtió en el escenario de los primeros capítulos de nuestra vida juntos, y cada recuerdo que construimos allí se convirtió en un tesoro. Al mirar hacia atrás, la luna de miel en Santorini se destacó como un capítulo inolvidable, donde el amor floreció entre las vistas panorámicas, los sabores exquisitos y la serenidad mágica de esta isla griega.

Sin embargo, para mi mala suerte se terminó, dando inicio al martirio que sería Roma sin saberlo. Aquellos irreales tres días se habían terminado, y junto a ellos la personalidad adorable y empática de mi encantadora esposa.

Ella me estaba castigando. Los dos últimos días en Santorini antes de viajar a Italia habían sido absolutamente maravillosos; resolvimos nuestras diferencias acerca de procrear una familia, conversamos sobre nuestro próximo hogar, follamos en la piscina, vimos el atardecer abrazados, —lo que era demasiado cursi de admitir, pero fue ameno y sensacional en el momento —cenamos en un restaurante al aire libre, recorrimos parte de la ciudad en Vespa, la vi bailar en medio de un horda de personas, embelesándome por completo, y terminamos la noche con ella haciendo lo que tanto había deseado y había esperado hasta nuestra luna de miel para hacerlo.

Habíamos hecho una especie de contrato, bueno, ella fue quien lo impuso, en donde ambos debíamos cumplir con algunos requisitos; entre ellos el que ninguno de nosotros podía contestar llamadas o responder mensajes de trabajo, ya que estábamos en nuestra luna de miel, pero todo se vino abajo cuando, por accidente, me descubrió respondiendo una videoconferencia con un importante socio Ruso con el portátil en suelo del baño cuando le dije que solo me daría una ducha.

Desde allí, no me permitía tocarla, apenas podía besarla. Era el tercer día en Roma, antes de viajar a Milán. Habíamos visitado el magnífico y mítico Coliseo Romano, en donde aconteció la pelea del gran Máximo, la misma que se vio reflejada en la galardonada película "Gladiador", también visitamos la Fontana di Trevi o, traducido del italiano, la Fuente de Trevi, la basílica de San Pedro y el Panteón de Agripa.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now