CAPÍTULO 11: Deja que el cielo caiga

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Celine

20 horas antes

Al salir del departamento en plena madrugada, Nathaniel continuaba durmiendo en la habitación. Luego de la inesperada y dolorosa revelación sobre su vínculo con otra mujer a mis espaldas, me negué totalmente a dirigirle la palabra o siquiera mirarlo.

Los sollozos que escapaban de mis labios durante nuestra última noche juntos fueron realmente incesantes. Podía sentir su mano posándose sobre mi cintura, logrando hacer arder mis ojos de nuevo.

Afiancé mi agarre alrededor del bolso de mano que sostenía mientras caminaba sobre la acera hasta la salida del edificio, en donde esperaba por mí un auto para llevarme al aeropuerto.

—Tommy, no creo que pueda hacerlo, no me siento lista —hablé al teléfono cerca de mi oído, mi idioma natal salió a la luz de repente: italiano.

—Pequeña, es una gran oportunidad para tu carrera. Es todo lo que siempre has querido, lo estás haciendo bien, no puedes retroceder ahora.

—Pero ¿qué tal si cometo una estupidez? No lo sé, podría echar a perder la oportunidad más grande que ha tenido la firma en donde trabajo...

—No, no lo harás —sentenció, contundente —. Estoy seguro de eso, Céline, eres una mujer capaz de lograr grandes cosas y lo demostrarás tarde o temprano.

Me adentré en la limosina, mientras el personal del hotel continuaba metiendo las enormes maletas que estaba llevando a un viaje de tres días a Manhattan.

—Lo sé, pero ahora no me siento bien. —Un nudo se formó en mi garganta y las ganas por llorar nuevamente me abordaron —. Con lo de Nate...no me siento para nada bien, quiero llorar, quiero romper mil y un cosas, pero no puedo. Tengo que hacer un maldito viaje a Nueva York por trabajo y prolongar mi derrumbe personal.

—Sé que todo esto te está afectando demasiado, se supone que se casarían a finales de noviembre, y sé lo mucho que lo amas, pero sí existe una persona capaz de salir adelante aún con todo en su contra, esa eres tú.

No dije nada al respecto. Las lágrimas me sobrepasaron y un sollozo escapó de mis labios de repente.

—Nunca me dijiste de qué se trataba el trabajo que irás a hacer a Manhattan —me recordó y entonces las ganas de llorar se disiparon y el temor ante ser expuesta lo sustituyó..

No le había mencionado absolutamente a nadie acerca del contrato con Marco Vanderbilt, al cual por cierto mi familia odiaba debido a la pésima relación que mantenían con el padre del mismo. El famosísimo Antoine Vanderbilt al parecer se había ganado el odio profundo de mi padre, por lo cual también el de mi familia y de la misma manera toda la familia Vanderbilt solo por llevar el apellido de él.

—Tommy... ¿prometes no enojarte?

—¿Cuándo me he enojado contigo, pequeña? Nunca lo hice, aunque hubo una vez en la que estrellaste mi Maserati contra la fachada exterior de nuestra casa, o la vez en la que me organizaste una fiesta sorpresa cuando llegaba a casa con una nueva conquista y arruinaron mi cita. Aun así, nunca me enojé contigo y jamás lo haría, lo sabes.

Suspiré profundamente e hice acopio de toda la valentía que pudiese tener.

—Hace unos días, la compañía Vanderbilt se quedó sin representante legal y también sin una firma que los respalde —dije, mordiendo una de mis uñas, era un mal hábito, pero estaba nerviosa, así que era inevitable —. Contactaron a mi firma y nadie estuvo dispuesto a involucrarse con el jefe de la compañía, un hombre llamado Marco Vanderbilt, así que mi jefe me puso a prueba y sé que, si no cumplo con esta simple orden, probablemente me despida en los próximos días.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now