CAPÍTULO 14: Sí lo hacemos una vez más...

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Céline

Definitivamente, la revelación de que Marco Vanderbilt fue el hombre con el que me había acostado la noche anterior, y el mismo que había dejado desnudo frente a la chimenea al escapar de su casa al igual que una adolescente era sin duda la mayor coincidencia del siglo.

Toda mi vida había oído las advertencias de papá sobre involucrarnos con algún miembro de la familia enemiga, podía imaginarme el enorme sermón que me darían por lo que acababa de ser. Podría considerarse al igual que un homicidio, no fue intencional a diferencia de un asesinato, lo siento, no podía evitar ver todo sin mi critico juicio de abogada.

La llamada de Nathaniel me tomó totalmente desprevenida, fue en el momento indicado para que nuestra relación no se terminara de ir por la basura, pero para la necesidad en mi parte baja definitivamente no lo agradeció en lo más mínimo.

La reunión con la Junta Directiva de la compañía Vanderbilt había salido de la manera menos esperada, la constante confrontación con Marco, y finalmente tu actitud luego de mi pequeño e inofensivo acto de manipulación con la gente que se suponía debían aclamar por su jefe.

Luego de todo ese espectáculo, había regresado al hotel, almorcé junto a Stefano, a quien por supuesto le conté sobre lo sucedido la noche anterior y también sobre lo que acababa de vivir en el trabajo que definitivamente nunca había buscado ni deseo, pero sí quería construirme mi propio camino no le pondría requisitos o algo parecido a mi jefe, así que cumpliría mi trabajo y regresaría a París para no volver.

Ahora, luego de darme una larga ducha, revisar la decena de documentos de un caso importante de mi abogado titular, y cambiar mi vestimenta por segunda vez en el día por algo más cómodo y de estilo corporativo, como un pantalón formal negro, una camisa blanca sin perder la silueta de mi abdomen y unos tacones altos.

<<¿Cuánto más podía durar un hombre de negocios fuera de su oficina?>> Llevaba esperando alrededor de una hora apoyada en el borde del escritorio de Marco Vanderbilt, convencer a su secretaria de dejarme pasar a su oficina no se gran problema, un bolso Versace nunca decepcionada. Pasaron algunos otros minutos hasta que las puertas finalmente se abrieron.

Marco se adentró en la oficina, vistiendo completamente de negro a excepción de la camisa blanca, el traje estilo italiano continuaba viéndose perfecto, una gabardina larga llegaba hasta sus rodillas, una bufanda gris rodeaba su cuello, y unos guantes de cuero terminaban cubrirlo de la helada brisa neoyorkina de septiembre.

Se veía jodidamente elegante y apetitoso.

Me crucé de brazos, demostrando mi clara molestia respecto a su prolongada tardanza.

—Llevo aquí más de una hora, ¿se podría saber en dónde estuvo todo el día, señor Vanderbilt?

Se quitó la bufanda e hizo exactamente lo mismo con su blazer, arrojándolos al sofá más cercano a él.

—No sabía que tenía que darte explicaciones, Crawford —espetó de mala manera, mientras se deshacía de sus guantes de cuero.

—No, no son explicaciones. Es una maldita justificación a por qué no estás en tu oficina como lo creía James Walker, ¿hay algo que quieras decirme?

Sí, se lo había preguntado al morocho de ojos avellana, que fue el único que supo que no estaba llorando en realidad, sino que estaba actuando frente a la Junta Directiva, el hombre me dijo que Marco estaría en su oficina como todos los días.

Él se aproximó a mí a través de cuidadosas zanjadas, y mi faceta de molestia se desmoronó por completó, convirtiéndose en una de temor, temor a que algo volvería a suceder entre nosotros y yo no fuese lo suficientemente fuerte para detenerlo.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora