Capítulo 40: Entre sombras y silencios

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"Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón." —Mario Benedetti.

Céline

Nueve horas antes.

París, Francia.

Cuando el auto de Pierre se detuvo justo enfrente de mi camioneta impidiéndome el paso, supe que nada bueno sucedería. Tomé una bocanada de aire armándome de valor y me bajé con dirección a donde él aguardaba por mí con los brazos cruzados.

Muy a diferencia de lo que solía ser su expresión, sus cejas se fruncían en un gesto severo, formando una línea recta que indicaba la profundidad de su enfado. Las líneas en su frente se acentuaban, revelando la tensión muscular que acompañaba su enfado.

Sus ojos, normalmente serenos, ahora ardían con una mirada penetrante y penetrante. Las pupilas contraídas y el brillo amenazador daban la impresión de que podría estallar en cualquier momento. La mirada fija no dejaba espacio para la duda sobre su estado emocional; estaba claramente furioso.

La mandíbula apretada denotaba una contención considerable de la rabia que bullía en su interior. Los músculos faciales tensos sugerían una lucha interna por mantener el control. Los labios, generalmente relajados, estaban apretados en una fina línea, transmitiendo una determinación férrea y una resistencia contenida.

Su rostro, por lo general relajado y lleno de felicidad, estaba coloreado con un matiz de ira. La piel enrojecida y la expresión rígida daban la impresión de que el calor del enojo estaba emanando de su interior. En conjunto, su rostro era un mapa de emociones turbulentas, una tormenta que amenazaba con desatarse en cualquier momento.

—Pierre...—intenté aproximarme cuando me interrumpió.

—¿Pretendías ir detrás suyo sin decírmelo?

—¿Lo sabes?

—Por supuesto que lo sé.

—Pierre, escucha —me aproximé a él sintiendo la gruesa tensión entre nosotros—. Yo lo lamento, en serio, lamento hacerte esto...

—¿Lo lamentas? Sabías que continuabas sintiendo cosas por él, no me contaste nada en todo el tiempo que llevamos juntos y, cuando finalmente harás algo al respecto, me engañas...

—No te engañé. Yo iba a contarte todo, lo prometo, pero por favor déjame explicártelo.

—Tú no ibas a contarme todo —me observó directamente a los ojos, hundiéndome en la culpa—. No hice nada más que amarte, perdí con Nathaniel, perdí con Marco, pero es conmigo con quien tienes lo que jamás tendrás con nadie más, porque te he amado, respetado, tu familia me adora y jamás te juzgué, ni siquiera cuando gemiste el nombre de hombre mientras tenías sexo conmigo....

—¿Qué? Yo no...

—El cumpleaños de Phoebe, al volver a casa, estábamos con unas copas encima y de tus labios salió el nombre de Marco —soltó una risita insulsa—. Fingí no haberte escuchado porque sé lo duro que ha sido para ti superarlo, pero no permitiré que me pisoteen, Céline. Ni siquiera la mujer de mis sueños, y cuando nuestras familias dijeron que nos casaríamos dentro de unos años, estaban equivocados...porque terminamos.

—Pierre —insistí con las lágrimas acumulándose en mi campo de visión.

—Te amo de una manera en la que tú jamás podrás amarme a mí.

Estiró su mano a mi rostro, limpiando la lágrima que recorría mi mejilla.

—Admito que fue difícil aceptar que jamás seré yo, que siempre habrá alguien por delante mío, pero ¿cómo puedo superar lo que ha estado conmigo toda la vida? He estado enamorado de ti desde que éramos unos niños pasando el verano juntos, te vi enamorarte de Nathaniel, presentarlo con tu familia y con el tiempo alejarte. Tomé una vacante al otro lado del mundo para no seguir haciéndolo, pero cuando finalmente terminas con él, debo ser profesional y atender la pérdida del hijo que tuviste con otro hombre, pero ahora que solo éramos los dos, me dejas por él, ¿estoy en lo correcto?

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Where stories live. Discover now