Capítulo 39: ¿Las Vegas y una inglesa de mala muerte?

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"Porque a veces la miro a los ojos y ahí es donde encuentro un recuerdo de nosotros". —Joji.

Marco

17 de agosto.

Manhattan, Nueva York.

Había estado caminando detrás suyo sin rumbo alguno durante largos minutos, tanto que empezaba a agotar mi paciencia. Mi plan, como estaba acostumbrado, consistía en permanecer todo lo que fuera posible del día en la compañía, hundiéndome en papeleo y reuniones. El estar fuera por tantos meses claramente había dejado muchas cosas por revisar al volver, pero elegir a James como jefe interino fue una las mejores decisiones que pude tomar.

—¿De qué se trata todo esto?—gruñí, deteniéndome en seco—. No tengo tiempo para estupideces, James.

—Solo sigue caminando.

Luego de salir de la compañía, nos montamos al auto y lo estacionamos a las afueras del edificio de lujo en el que nos quedábamos algunas veces o, como le decíamos nosotros, nuestro departamento de solteros. Un precioso penthouse que consistía en altas paredes de cristal, amplias habitaciones y la vista perfecta de Central Park por un lado y el Empire State por el otro. Una fantasía.

—¿Qué tienes en mente? Porque estaba muy cómodo en mi oficina, como para que me saques de allí y me traigas aquí...

—Sé que te trae recuerdos, lo sé, pero te tengo una sorpresa.

Tenía razón, ese lugar en específico me recordaba a Céline, porque allí fue a donde la llevé cuando la conocí en ese bar hace casi un año. Allí había conocido su cuerpo y desde ese momento comenzó todo, porque sabía que no importaba cuántas veces más lo hiciéramos, para mí esa primera vez siempre sería nuestro mejor sexo.

El simplemente ver el enorme ventanal me recordaba a ella apoyándose en sus palmas conmigo apegado a su redondo trasero, aunque siendo completamente sincero, existían muchas cosas que me recordaban a ella y no podía evitarlas, así que solo debía intentar ignorarlas.

—Odio las sorpresas, lo sabes.

—Solo lleguemos a ese departamento y prometo que luego me amarás...más de lo que ya lo haces por supuesto.

—Sí, claro —me crucé de brazos, apoyándome en la pared de la cabina del ascensor.

—Prometo que jamás olvidarás tu despedida de soltero.

—¿Metiste stripers a nuestro departamento? ¿Qué sucedió con la regla de jamás traer mujeres aquí?

—Tú la rompiste hace meses, eso fue lo que sucedió.

—Ella fue la excepción —bufé, pasando una mano por mi cabello.

—Tú solo seguirás todo lo que yo te ordene, ¿de acuerdo? He preparado esto con mucho cuidado, no lo arruines.

—Sé que no quieres que me case con esa mujer, pero tampoco debes actuar como un maníaco, James.

Podía notar por la manera en la que frotaba sus manos que estaba nervioso o probablemente asustado, no lo sabía con exactitud, pero era irrazonable que solo se tratara de una simple despedida de soltero.

Sin embargo, antes de que pudiera decir algo al respecto, él presionó el botón del rojo, de emergencia, haciendo que el ascensor se detuviera de repente.

—¿Qué crees que es lo que estás haciendo? —inquirí, estoico.

—Enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio y agosto han sido un infierno para ti. Aún queda septiembre para que las cosas cambien, ese mes que sé lo especial que es para ti, pero para que eso suceda debes sanar las heridas que no te permitirán continuar con tu vida.

Dulcemente Mortal y Letalmente Efímero [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora