El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce

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LAS SOMBRAS DE SOPHIA PIERCE - SEGUNDO LIBRO

El día que decidí morir - Sophia Pierce

Quizá me conocen, pero yo a ustedes no.
Y tal vez lo que piensan de mí no es lo que soy, tal vez solo me idealizaron y no soy más que un desastre que, a través de los ojos de Julie, se ve bien. Pero en el fondo... eso no es cierto. Es como la taza que partiste y pegaste, allí está y puede que dure algún tiempo, pero jamás dejará de estar rota.
Esa taza soy yo.

Y sí, es cierto, algunas personas te iluminan, hacen que pienses que no estás rota, y logran que los motivos vuelvan.

Crees que puedes superarlo, porque a su lado hasta el cielo pinta distinto. Te llevan a volar por encima de las nubes, y llegas a creer que las mañanas son mejores porque tienes compañía. Pero... ¿Al final recuperaste tu deseo de vivir, o solo estás viviendo porque alguien se convirtió en tu droga? Y su sonrisa es mejor que el éxtasis, y te prometes cambiar, pintas y pintas, para intentar huir de tus vacíos, y haces algo que amas, y estás con alguien que amas... pero no del todo, ni siquiera sabes quién eres, o qué es lo que ve en ti, o si eres lo correcto para una princesa.

Porque no eres el príncipe, eres solo esa persona que no tenía motivos y consiguió a alguien que se convirtió en su razón para existir.

Pero ese día, cuando decidí irme, cuando la dueña de mis motivos aceptó a otra alma, y otro cuerpo la llevó a la cima que pensé que era mía. Cuando entendí que tal vez había sido la primera, pero jamás sería la única... cada uno de mis vacíos comenzaron a reproducirse. Mis carencias nacían abriendo paso a aquello que juré no hacer. Mis promesas se desmoronaban, y mi alma no quería estar. Me sentía atrapada en la cúspide del mundo. Y la naturaleza, la brisa, las estrellas y el universo que antes parecía nuestro infinito... ahora era un bucle sin salida.

Ese día, aguantando la respiración, y viendo a Julie a los ojos, entendí que la amaba por encima de mí, y que eso era un error. Y quise pensar en lo que era mi vida, quise correr con ella, con mi madre. Quise llorar en su pecho, pero ella solo me veía desde su estrella. Quise ser normal, y tener a alguien con quien hablar. Quise que pudiera verme a los ojos y decirme: Hija, vas a estar bien.

Pero no estaba bien.
Ella no estaba.

Y la persona que me había escuchado durante todos esos años, era la misma que me había hecho daño. Era ilógico querer abrazar a Noah sabiendo que fue él quien me rompió. El ser humano que más me quiso, rompió su promesa.

Prometimos cuidarnos, pero era mi culpa.

Yo la había roto primero cuando me enamoré de Julie.
No tenía fuerzas para culparlo, pero tampoco quería estar cerca de él. Entonces lo entendí: ¿exactamente a quién tenía?, ¿quién podría darme un abrazo?, ¿quién podía ser parte de mi final?

La respuesta fue fácil: solo me tenía a mí.

Esa noche en la cima del Roraima, no había nadie más.
Y esa noche... fue cuando más me pesó mi soledad.
Y me quedé prendada al cielo, intentando imaginar cómo se sentiría estar allí. Me sentía tonta, vulnerable, con lágrimas cubriendo mi cara y la sensación de frío embriagando mi piel.

No necesitaba drogas.

Necesitaba a Julie, pero estaba entendiendo que ella no me necesitaba a mí.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now