Para: Julie

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Sophia Pierce me había sacado de la comodidad de mi espacio, para mostrarme una vida nueva. No me saturaba conocer sus problemas ni tampoco que me considerara su mejor amiga. Me molestaba estar en medio de un millón de pensamientos, ir y venir, sin ni siquiera moverme. Estaba molesta conmigo por no entender lo que me estaba ocurriendo, o, mejor dicho, por no poder frenarlo.

Después de un concierto intenso, de una verdad que cambió mi perspectiva sobre lo justo y de sentir sus labios en los míos... volvimos a la realidad. Sabía que ella iría a un lugar inseguro, y preferí que estuviera con Noah con tal de que no volviera con su padre. Una casa con matones y drogadictos, o una casa con un borracho maltratador. ¿En dónde estaría mejor? La respuesta era conmigo, pero ella no me consideraba entre sus opciones. O al menos eso me dijo, cuando le pedí que viniera. La entendía. Sus hermanos se trasladarían en un día y quería compartir con ellos.

Al terminar la presentación caminamos a la salida del instituto. De nuevo, no hablamos de los besos que me dio, ni mucho menos de lo que acababa de contarme. Ella tomó la iniciativa de agarrarme la mano mientras caminábamos, pero cuando vimos a Noah a lo lejos, me soltó.

Él acababa de estacionar la moto así que caminamos hasta su encuentro. No me sentí usada cuando ella lo besó, pero tampoco puedo decir que no fue raro cuando hace apenas unos minutos me estaba besando a mí. Sin embargo, es irónico y no me gustan las personas que se creen dueños de otras. La conocí con su novio y si alguien debía sentirse engañado era Noah, no yo.

Lo saludé intentando no sentirme como una hipócrita y él me dijo que le alegraba verme. Me fui antes de aceptar su abrazo. Caminé rápido hasta el carro diciéndoles que tenía prisa. De nuevo, huyendo. Sí. Al parecer ya se había hecho costumbre. Benjamín y Paula me siguieron sin hacer preguntas. Encendí el motor y pronto estábamos lejos del instituto.

Nadie dijo nada en todo el camino. Ninguno de mis amigos me preguntó dónde estuve en el concierto, ni por qué no me encontraron en primera fila. Benjamín abrió su bolso y cuando lo dejé en su casa, me entregó un sobre blanco sin firma. Pero ¿quién entregaba cartas en esa época? Fue lo primero que pensé. No dije nada y les agradecí internamente por ser tan prudentes. Agradecía que me aceptaran con todo y lo que no les podía decir.

Claudia y Sergio intentaron hablar conmigo, cuando llegué a mi casa, pero subí las escaleras a toda prisa. Respondí que no tenía hambre, que estaba cansada y un millón de mentiras para estar sola. Sentía que me faltaba el aire, pero tenía suficientes conocimientos como para saber que no era así.

Me quité la ropa y no pude reconocerme frente al espejo. No quería tocarme los labios para pensar en unos besos que seguramente, no tenían significaban lo mismo para ella. Me metí a bañar controlando las ilusiones, como si fuera posible controlar la felicidad de un recuerdo, o la sensación de que una caricia empieza a tatuarse en tu piel.

Decidí sentar cabeza y pasé las siguientes horas preparándome en mis estudios. Las exigencias de la universidad no podían detenerse por un capricho juvenil. Así que resolví centrarme, y con éxito la saqué de mi mente por algunas horas. Eso, hasta que me acordé del sobre que me había dado Benjamín y decidí abrirlo.

Para: Julie
De: Christopher

Tenía que hablar contigo y me gusta más lo hecho a mano. Las palabras en el tiempo presente nunca son tan adecuadas como cuando nos sentamos a pensar en qué queremos decir. Yo quiero decirte que, aunque pienses que mi historia con Charlotte se parece a la tuya, son diferentes. Charlotte era grande, podía decidir y empoderarse. Sophia lleva años luchando con la sensación de no querer abrazar la vida. Veo en ella algo que me dice que siente cierto afecto por la muerte. Algo en su esencia me recuerda al desgano de existir y no saber ni siquiera por qué. Como si no estuvieras de acuerdo con el hecho de despertarte y combatir. Pero no deja de ser fuerte, el punto está en que si esa fortaleza se quiebra... tal vez no consiga más motivos. Pero ni tú ni yo podemos hacer nada. Si su única razón para vivir son sus hermanos, entonces ella decidirá si su tiempo se acabó.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now