Universo para dos

58.1K 2.7K 1.2K
                                    

Algunas personas son como oxígeno, o como un golpe en la cara que de verdad necesitas para reaccionar, pero no te golpean porque tienen las palabras adecuadas para hacer que despiertes. Sophia era una de esas personas. Ella sacaba lo mejor de mí, aunque se hiciera daño a sí misma. Aunque no encajara, aunque le doliera el mundo. Aunque fuera irreverente. Yo quería mostrarle una salida, pero ella... necesitaba hallarla sola.

Ella sabía cómo hacerme reflexionar en cosas que ni siquiera me importaban. Tenía la manera de hacer que una noche cualquiera, fuera todo menos eso, todo menos común. Y a veces necesitamos a alguien que aparezca para que lo normal sea maravilloso, para que la zona de confort deje de serlo y te descubras disfrutando de cada instante sin pensar en lo que pasará después.

     —¿Estás bien? —me preguntó una vez me acomodé en su brazo.

     —Extrañaba tu voz.

     —Pensé que sería un descanso... hablo demasiado —contestó con una sonrisa y pude haberle dicho que amaba cada uno de sus pensamientos, pero algo me dijo que no era necesario.

     Quería preguntarle cómo se sentía respecto a la clínica donde ingresaría, respecto a la adicción y al medicamento que tenía que tomar para sentirse bien. Me hubiese gustado preguntarle por qué estaba tan distante, por qué no quería hablar con nadie, pero... ¿hubiese querido responderme? Estábamos viendo un cielo repleto de estrellas, nos teníamos a nosotras y no había ninguna interrupción que nos dijera que así no era nuestra vida. Las complicaciones iban desapareciendo con el sonido de la música y no iba a ser yo quien lo arruinara.

     Me quedé viendo las estrellas intentando no pensar en nada, pero la tenía muy cerca, lo suficiente como para que el nerviosismo que sentía fuera incrementándose. Silencio, estrellas, la persona que quiero, no. No era una imagen que hubiese pensado de mí. No me consideraba alguien cursi, pero por Dios... podía quedarme encima de su brazo durante miles de horas así estuviéramos en silencio. El único inconveniente fue que sentí que la mirada de Sophia no estaba en las estrellas. No quería mirar en su dirección, pero sentí su cuerpo ponerse de lado, sin quitarme el brazo (que utilizaba de almohada). Sabía que estaba observándome y la verdad me intimidaba.

   Percibí su respiración muy cerca de mi oído, pero me dije a mí misma que no iba a voltear. Primero, si volteaba notaría mis nervios. Segundo, si fingía que estaba muy concentraba en las estrellas no notaría que me estaba muriendo de ganas de salir corriendo. Porque cuando no entendemos algo es más fácil huir. Cuando algo nos da miedo preferimos distancia, quizás para cuidar nuestras emociones, o tal vez simplemente para no sentirnos tan vulnerables, o bueno, al menos yo soy así.

Intenté parecer concentrada en el cielo, pero sentía su mirada recorrer mi rostro con mayor intensidad.

   —¿Y si miras las estrellas y dejas de mirarme a mí? —le dije.

  —¿Y si dejas de mirar las estrellas y me miras a mí? —sentí su pregunta como un susurro en mi oído y las mariposas en mi estómago hicieron acto de presencia.

    Nunca había sentido una sensación tan plena como esa, pero la primera vez que me pasó decidí investigarlo. Un estudio de la Universidad de Westminster determinó que la clave reside en nuestro sistema nervioso autónomo. Que vendría siendo un mecanismo rebelde, que hace lo que quiera pasando sobre las reglas de nuestro cerebro. Gracias a su anarquía ocurren cosas como el flujo sanguíneo que teniéndola tan cerca, tampoco iba a mi favor, o, la frecuencia cardíaca, lo cual explica porque todavía con su mirada acusadora, mi corazón parecía tener requerimientos propios y esos requerimientos se basaban en ella. Y ni hablar de la sudoración que también forma parte del sistema nervioso autónomo. Así que por más que insistas en «no me gusta», «no me atrae», «seremos solo amigas», hay algo en tu organismo que va por encima de tus deseos más racionales y por supuesto, no lo puedes controlar.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now