Nunca vas a ser tú

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Los siguientes días fueron complejos. Estábamos en exámenes finales y Sophia tenía que recuperar varias materias para aprobar el curso. Estudiamos cada tarde en el centro de rehabilitación y el lugar era precioso. Contaba con grandes jardines, un cuarto de música, una piscina y también áreas para trotar y hacer actividades físicas.

—Hola, Julie

—Hola, Sophi —respondí, una vez que nos encontramos en la entrada del centro "Bienestar".

Caminamos hacia uno de los salones en donde tendría terapia de grupo. La seguí hasta sentarme en la silla que estaba libre a su lado. El psicólogo estaba en el centro. En total había doce jóvenes. Siete hombres y cinco mujeres.

Noah estaba a un lado de Sophia y yo al otro. Me saludó con la mano con educación y vi en su mirada que estaba agotado. Parecía que estuviese en una gran carrera, una de la que no es tan fácil salir. Si escapas mueres, y si sigues adelante hasta el final, tienes que enfrentar muchos retos. Él quería seguir hacia adelante, pero le estaba resultando muy pesado, o al menos eso percibí.

—¿Cuál es su principal pensamiento cuando quieren recaer? —fue la primera pregunta del orientador.

—Un deseo de silenciar los pensamientos —Sophia fue la primera en hablar—: En mi caso pienso que si lo hago, luego puedo volver a rehabilitarme y es una lucha porque tengo que demostrarme que no lo necesito.

—Muy bien... eso se llama control selectivo —respondió el señor—. Piensas que puedes controlarlo y que si recaes fácilmente podrás recuperarte. Cuando dejas las drogas sientes un subidón, es como si lo estuvieras haciendo bien y luego... viene lo difícil, y quieres desesperadamente volver a ellas alegando que lo tienes controlado. Eso se llama manipulación mental. Por eso tanta gente se muere cuando recae. Acostumbras al cuerpo a estar sin ella y luego, la dosis es más fuerte de lo que tu cuerpo puede tolerar. Ahora... ¿Qué estrategias han usado para no recaer? Porque la principal es la confianza. Confiar en que sí pueden continuar sin ella. Confiar en que son capaces.

—¡Confianza a la metadona! —se burló Noah en tono malintencionado—: Al final es una puta mierda, solo cambiamos una droga por otra —dijo cansado.

—La debilidad nos hizo pensar que algo podía salvarnos. La misma debilidad es la que habla por ti, la que no valora que estás tratando y te sabotea —le dijo una chica de cabello negro y piel bronceada.
Tenía un mono ancho y una camiseta negra que mostraba sus tatuajes, pero por alguna razón no parecía ruda, sino más bien agradable.

—Cállate, Tania al final sabes que tengo razón. ¡Al menos yo acepto que soy un adicto! ¿De qué vas tú? —le preguntó a la defensiva.

—Noah, no te curas de un momento a otro y es jodidísimo, pero trata de cambiar tu actitud mental. Tu cerebro envía señales que le dicen a tu cuerpo que no puede. Necesita que le des lo que quiere y por eso estás tan malhumorado. ¡Controla tu mente! ¡Saca la basura y sé más positivo! —volvió Tania y los demás, parecían estar inmersos en sus propios pensamientos.

Unos se mordían las uñas, otros tenían la mirada perdida, y solamente unos pocos prestaban atención a la conversación.

Me di cuenta de que Sophia estaba perdida. Parecía preocupada y los últimos días había estado así, un poco extraña y dispersa.

Luego de escuchar los testimonios de dos de los chicos, el señor que estaba a cargo se cansó de la falta de participación y decidió dividirnos en parejas. Noah enseguida fue hacia Sophia, pero ella ya me tenía cogida de la mano. «Agrúpate con Tania, no quiero dejar a Julie sola», le dijo ella y Noah lo entendió a medidas, porque se fue de mala gana negando con la cabeza hacia su compañera.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now