El presente - Sophia Pierce

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Pasa que tal vez piensas que te quieren, y en realidad es así, o piensan que es así hasta que conviven, hasta que tus rarezas desencajan, hasta que tus estados de ánimo se convierten en un pequeño huracán que se forma, que destroza, que llega para llevarse consigo ese querer.

Y ya dejas de intentarlo, las inseguridades te pueden, quisieras ser normal, que te gustara lo normal, que la vida pasara con paz y no buscaras en los callejones sin salida un punto de escape. Quisieras no sobre pensar, no extrañar el pasado, no vivir pensando que te equivocaste, que abandonaste y que tal vez sea así.

Cuando me mudé con Julie todo era perfecto. Vivimos un gran sueño que duró poco, y es triste aceptarlo, pero todo cambió cuando llegaron mis hermanos. Al principio, con ellos en casa todo parecía coger su rumbo. Me sentía plena, pero ellos no, y no puedes obligar a alguien a vivir tu vida, ni a quedarse contigo para sumar a tu felicidad.

Hice amigos cuando pensé que mi mundo sería siempre Julie. Estar con el grupo renacer despertó una parte de mí, pero Julie despertaba a todo mi ser. Por eso me fui. Ella tenía su carrera, estaba cumpliendo su sueño, y su sueño era lo más importante, mucho más que el mío. Podía seguir cantando, viajando, y sobre todo pintando, pero preferí pintar constelaciones en su piel.

La dibujé día y noche, mientras pensaba en mis hermanos. Ella me hacía feliz, caminábamos por la playa, me pedía acompañarla a su universidad y me sentaba en un árbol a pintar y así me iba pasando la vida, viendo a los robots humanos mientras yo misma me convertía en uno.

El problema con el dolor es que nunca desaparece. Solo vive en ti y se pausa, se duerme, pero cuando despierta, lo hace con más fuerza.

Y allí estaba ella: Britanny.

Entregando motivos cuando yo daba dudas. Julie se enfocó en hacer pasantías con ella en hospitales públicos, mientras yo dibujaba para una exposición. Pero al final, lo hacía por ella, era mi forma de mostrarle que estaba bien, que estaba recuperándome.
Me paraba temprano para dejarle listo el desayuno. Le dejaba cartas debajo de la almohada. Llené la casa de plantas, eso me hacía feliz, cuidarlas y cantarles como si me escucharan, y verlas crecer me hacía saber que lo estaba haciendo bien.

Pero Christopher cumplió su palabra y llegaron mis hermanos. No sé cómo lo hizo, pero se convirtió en un estrés. Estaban ilegales, debían tener cautela y hacían lo contrario. Vivíamos con dos niños y no era sencillo. Ellos querían volver al internado, y yo quería que se quedaran. Intenté presionarlos para que se enfocaran en vivir conmigo, pero las discusiones eran cada vez más fuertes. Querían irse y Julie quería que se fueran. Ella quería que solo fuéramos nosotras dos.

Dejaban la casa hecha un desastre, la cocina sucia, e incluso, robaban cosas de Julie para venderlas y conseguir su pasaje. Las discusiones se hacían frecuentes y la princesa empañaba su sueño solo por tenerme a mí.

No entendía porqué quería el caos que yo representaba. A todos les gustaba mi arte, ella me admiraba, lo difícil es cuando no logras hallarte en ti mismo, ni en las adulaciones de otros, ni en la crítica de los demás. Sus amigos hablaban de mí, de mis pinturas y de mi voz. Julie, a veces, me pedía cantar, pero yo solo quería cantarle a ella. Lo hacía delante de otros porque era su mundo, y no quería quedarme afuera, quería pasar. Aunque eso significara hacer cosas que no quería delante de personas que no me caían bien. Como Britanny, por ejemplo.

-No es necesario que la toques tanto -le dije a Britanny, mientras apartaba a Julie de ella.

-Cariño, no tienes que tratarla como si fuera tu objeto, ¿no has escuchado sobre la confianza? -me preguntó, mientras pasaba un mechón de cabello de Julie detrás de su oreja.

El capricho de amarteDove le storie prendono vita. Scoprilo ora