Julie Dash - Punto de inflexión

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Imaginas que todo está bien hasta que el mundo te mira de frente y te dice: imaginaste lo incorrecto. Porque no puedes vendar una herida profunda sin antes haberla curado.

El problema recae en que cuando piensas que "el mundo" puede ser bonito, que puedes volver a comenzar, y te das cuenta de que no es tan sencillo. Que las decisiones nos llevan al abismo. Depende de lo que decidas estarás en el edén o en el infierno. En este caso, Ksenya había decidido por su infierno y yo estaba allí, acompañándola en él.

Después de ayudar a tantas personas, de mojarme con la lluvia, de pasar el día sumergida en el agua intentando apoyar a otros, mi organismo me pidió un stop. Llegué a la casa con fiebre cuarenta, me sentía débil y pasé la noche descansando, con Ksenya pendiente de mí y de que estuviera bien. Ella insistió en que pasara la noche con los niños en su habitación, que quería asegurarse de que todo estuviera en orden. Sin embargo, no iba a contagiarlos. Estaba resfriada, así que no accedí.

Al día siguiente, desperté tarde para la clase de natación. Dolores no estaba en casa. Me levanté a buscar a Ksenya hasta que revisé mi móvil y conseguí un mensaje suyo:

"Voy a organizar más donaciones y dejar todo listo para las personas que perdieron sus casas. Vuelvo más tarde. Suspende la clase de natación, no es bueno que entres al agua sintiéndote así. Ah, Dolores está conmigo. Me está acompañando, pero volvemos temprano. Reposa".

Me levanté y me di una ducha rápida para intentar sentirme mejor, pero no aguantaba la debilidad. Me dolían los músculos y la garganta. Aun así, quería ver a Sophia y a Bastian.

Bajé las escaleras y revisé su horario, justo era la hora de natación. Debían estar libres, pero no los conseguí por ningún lado. De pronto, un instinto protector se fue apoderando de mí. El dolor de cabeza era insoportable, apenas y podía caminar rápido, pero me forcé a hacerlo.

Algo no estaba bien.

No había nadie. La mansión estaba en silencio. Las niñeras que debían estar con los niños no estaban por ningún lado. Fui corriendo hasta el gimnasio donde estaba la piscina. Llegué casi sin respiración y no me importó. Intenté abrir la puerta y también fue inutil. Estaba cerrada.

Allí adentro estaban solo una de la niñeras sosteniendo a Sophia fuera del agua, que trataba de zafarse de ella, mientras que Liana tenía a Bastián en sus manos y lo sumergía una y otra vez en la piscina. Sin piedad.

—¡Para hacerte fuerte debes probarte a ti mismo! —Lo sumergió de nuevo dejándolo dentro del agua por más tiempo del necesario.

Golpeé la puerta, intenté que me abrieran, y Liana observó al vidrio de la puerta por donde podía verme, pero solo sonrió para luego, ahogarlo esta vez por más tiempo y cuando lo sacó del agua, el bebé lloraba, lloraba muchísimo en medio de un ataque de tos. Pero, aun con la boca abierta y sin importarle que tragara más agua, volvió a sumergirlo.

—¡Las lágrimas no están permitidas! Tú no naciste para ser débil, pero provienes de la debilidad. —Volvió a sumergirlo y no sé cómo lo hice, pero logré destrabar la cerradura.

No pensé.

Por instinto me lancé al agua con zapatos, con ropa, todo me dio igual. Fui directo hacia ella, y no me importaron sus músculos, ni que hubiese hecho ejercicio toda su vida y tuviera un semblante militar. Me dieron igual las pocas posibilidades y fui hasta su cabello, en mi vida había estado en una pelea, pero mis ganas de asesinarla iban por encima de mí. Le halé el pelo y le quité a Bastian de las manos, traté de sacarlo de la piscina y lo subí fuera, pero mientras lo hacía, lo siguiente que sentí fueron sus manos ahorcándome.

Todo pasó tan rápido, y no supe qué fue lo que sucedió. Traté de defenderme, traté de luchar. Bastian logró salir de la piscina y eso para mí fue suficiente.

Él estaba a salvo.

Sumergió mi cara en el agua y traté de no hacer fuerza. Ella no sería capaz de asesinarme, fue lo que intenté decirme para no gastar el aire, para mantener la calma y aguantar la respiración.

—¿Quieres enseñarles a ser como tú? Una maldita mosca. —Las palabras de Liana me hicieron entender a Ksenya.

Toda su vida fue ella quien la acompañó, y tienes que tener el alma muy pura, para tener un referente tan horrible y aun así no haberte contaminado por completo.

Pellizqué sus manos y logré zafarme, la golpeé en la cara, y el siguiente golpe fue directo a mi nariz. Ella no estaba jugando. La sangre comenzó a rodar por mi rostro.

Volteé a ver a los niños y Bastian estaba a salvo, pero Sophia...

La niña se había soltado y se había lanzado a la piscina hacia la parte honda, estaba llorando. Estaba asustada. Tenía una crisis y la vi intentar nadar hacia nosotras, sin lograrlo.

Estaba sola en lo hondo, estaba gritando, y nadie hacia nada. La vi intentar nadar y aplicar lo que había aprendido, pero por Dios, solo era una bebé y no estaba funcionando.

La vi sumergirse y quise soltarme de Liana, pero mi cabeza volvió a estar bajo del agua. Volvió a hundirme y allí vi el cuerpo de Sophia, de esa bebé que estaba en el fondo tratando de subir, y no podía.

Ella se estaba ahogando.

Nota de autor: quédense despiert@s. En un ratito subo el siguiente. Mañana tenemos presentación en Altamira a las 6:00'pm en Caracas Venezuela. Nos vemos allí, en la plaza Altamira (donde está la tarima).

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now