Del cielo al piso

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Me senté detrás de la puerta esperando una pausa. Me gustaba su mundo, pero yo no era eso. No me alimentaba de lo abrupto. Me alimentaba de la soledad, de mi presencia, de lo tenue y la vida fue yendo muy rápido. Sophia hacía que me gustara ir más de prisa, pero ni siquiera así se iba mi gusto por lo tranquilo.

Benjamín esperaba que tuviera fuerza de voluntad, y ella necesitaba que habláramos en persona. Todos necesitaban algo y decidí preguntarme, ¿qué quería yo? Es decir, podía haberla querido a ella. Podía desear ser su novia, o que me diera su compañía. Comencé a ser más dura conmigo. ¿Qué quieres, Julie? ¿Una relación? ¿De pronto te ves necesitando a una persona? Y la respuesta fue que no. No necesitaba a Sophia, pero quería quedarme con ella. No moriría de la depresión si ella estaba lejos, pero estando con ella mi vida tenía un toque especial. No quise convertirme en un ser de los que anhela lo que no puede tener. Si algo me atrajo fue su misterio, o el aroma a nuevos comienzos, a profundidad, a rencor, a dolor. Ella estaba cargada de una fragancia romántica que no había conocido.

Abrí la puerta sin que me importara la opinión de terceros. No podía ser tan inmadura de creer que su rechazo era el final de algo. Entre nosotras existía una amistad y ni ella me había ofrecido algo distinto, ni yo iba a condicionarla para ofrecerle mi presencia. Traté de apartar el temor a la verdad. Me refugié en el apacible perfume de mi normalidad. Me levanté del piso y abrí la puerta fingiendo un dolor de cabeza. Le dije que me disculpara, pero que no me sentía bien. La encontré sentada al otro lado de la puerta. Su sonrisa al verme cambió la molestia. Sabía usar sus encantos incluso cuando no quería hacerlo. Su actitud seria, la mirada fija en mí, las cejas constipadas, y una respiración confusa, la hicieron ver tan tierna que simplemente me vi halándola de la camisa y cerrando la puerta una vez la introduje en mi habitación.

Benjamín: Tu fuerza de voluntad es de otro planeta... me encanta. 🤦🏽‍♂️

Julie: Cállate y ve a tener sexo. Te amo.

Benjamín: Ajá... yo también.🙅🏽‍♂️

—¿Podemos hablar? —la expresión de Sophia era un "deja ya el celular y préstame atención" disimulado, así que lo metí dentro de la almohada y me senté en la cama.

Ella se quitó los zapatos para sentarse frente a mí, abrazando una de las almohadas. Me miró como si fuera a decirme un millón de cosas, pero se quedó con la boca abierta. No me decía nada, pero su expresión era preocupada. No me imagine que se abrumara por cosas tan sencillas. Un simple beso, o quizás su confusión por pensar que me gustaba. Y la verdad comencé a verlo más maduro. Comencé a recobrar mi esencia. No soy una romántica, ni tampoco una niña. Me criaron para mantener el control, para estar equilibrada y manejar situaciones complicadas. Pensé que esas situaciones serían en quirófano, pero la vida me puso una gran prueba.

Comencé a amarrarme a la pasión por la medicina, para despegarme del desenfreno emocional que sentía cada vez que la veía. Ver la transparencia de su mirada, su boca entre abierta, todavía nerviosa, y a ella moviendo la almohada entre sus brazos, en medio de lo que le preocupaba, todo eso por más loco que suene me hizo pensar en el hipotálamo.

El hipotálamo es el responsable de la conducta motivacional. Es el encargado de hacernos saber que tenemos hambre o sed. También ayuda a que nuestro cuerpo mantenga una temperatura constante. Es la parte del cerebro que controla la glándula pituitaria, que, a su vez, es la responsable de las demás glándulas endocrinas del cuerpo. Por lo que el hipotálamo juega con nuestro sistema nervioso, integrando la información emocional y sensorial. Generando una respuesta apropiada para la situación que precede al sujeto.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now