JULIE DASH - DE NADA

8.4K 472 1.2K
                                    


El sitio en el que estábamos era impresionante, y entendía el porqué había sido tan costosa cada entrada, a pesar de que a mí me la regalaron. El jefe de Belén insistió, en que le había caído muy bien. Si hubiese tenido que pagar, ni siquiera lo habría pensado. Es una grosería una suma tan alta. A mi amigo Benja, a Paula y a Chiara les hicieron un descuento cuando se negaron a ir por el elevado costo. Si ellos no iban, por supuesto que yo tampoco.

—¡El alcohol todo lo cura! —exclamó Paula en mi oído cuando nos bajamos de la lancha que nos acercó a la playa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


—¡El alcohol todo lo cura! —exclamó Paula en mi oído cuando nos bajamos de la lancha que nos acercó a la playa. Además de lanchas, también habían motos de agua y botes a nuestra disposición—. Hoy la meditación profunda que haremos es la de cuántos tequilas nos vamos a tomar, pero hay un problema.

—¿Cuál? —inquirí, preparada para cualquiera de sus ocurrencias.

—Tienes a tus tres mujeres y a una obsesiva loca —murmuró bajito para que Chiara no escuchara y se acercó a una de las mesas que estaban frente a la tarima.

—No son mis mujeres.

—Amiga, pero cuando te emborrache tendré que correr el riesgo, ¡qué peligro! —Paula robó una de las botellas de tequila de la mesa y la abrió frente a mí.

—¿Qué riesgo vas a estar corriendo tú? —pregunté de mala gana.

Me estaba exasperando.

—El riesgo de que después de cuatro tequilas y tus celos por Sophia, vuelvas a tomar venganza y te metas en cualquier rincón a entregarte a Belén... mira que tu «toto» busca cualquier excusa para portarse mal —susurró en mi oído y la aparté.

—Ya...

—Bromita... que era bromita.

—Paula... —la reprendió Benja—. ¿Si sabes que no puedes usar un momento del que ella se avergüenza para hacer chistes? Lo hemos hablado.

—Ah, pensé que eso solo aplicaba contigo, mira que he dejado de hacer chistes respecto a tu exceso de masturbación, ya ni siquiera te llamo «Manito».

—¡Paula! —le pedí que se callara porque Chiara estaba cerca y me dio pena, pero sobre todo, porque sabía que a Benjamín no le haría gracia.

—Ni siquiera has tomado y mírate, te pasas de imprudente —le reclamó Benjamín.

—Y así te vas a casar conmigo. —Mi amiga agarró a Benja por la camisa y lo besó frente a nosotras. Sus mecanismos para alegrarlo nunca fallaban.

—Todo lo que ven pueden tomarlo, alcohol, drogas, lo que necesiten. —El guía fue quien habló y ni siquiera sé cuándo llegó, pero lo sentí recostarse a mi cuerpo. Me aparté de inmediato y lo escuché agregar—: Si quieren tomarme a mí, lo hacemos con discreción, ¿vale? Yo también estoy incluido, aunque... me estoy reservando para la campeona.

—Tranquilo, amigote, no nos gustan los musculosos, ¿no has oído los cuentos de pasillo? Mi dedo debe ser más grande que tu... —Paula le mostró el dedo meñique y miró hacia su entrepierna. Esta vez fue Benjamín quien soltó una risotada y Aquiles le fulminó con la mirada.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now