¿GANARÍAS POR MÍ?

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SOPHIA PIERCE

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SOPHIA PIERCE

El sol se filtraba a través de las ramas de los árboles creando un camino de luces y sombras para nosotras, mientras caminamos por el Central Park.

Eran las nueve de la mañana cuando  entrelacé las manos con Julie disfrutando la calidez de su contacto. A nuestro alrededor, el ruido de la ciudad comenzó a desvanecerse y pudimos sumergirnos en la serenidad del parque.  Lo único que deseaba en ese momento era estar a solas con Julie. 

El ruido de los coches y las voces se fueron disipando dejando espacio para el canto de los pájaros y el murmullo de las hojas como caricias del viento. Inhalé profundo dejándome embriagar por el aroma de las flores silvestres que flotaba en el aire y luego atraje a Julie hacia mis brazos. Su fragancia corporal era dulce como un elixir capaz de lograr que me desvaneciera en una felicidad reconfortante. Era ese deseo que se me hizo real y estaba a mi lado, dispuesta a compartir su vida conmigo.

Besó mis labios envolviéndome con el contacto de su lengua, y sentí que el mundo en sí se paró ante nosotras. Quise detener el tiempo porque ese beso me estaba dando más de lo que hubiese podido pedir y el amor iba sobrecargando cada uno de mis sentidos.

No sé si alguna vez han tenido la sensación de quedarse a vivir en un segundo, de que no siga pasando la vida por un rato, y solo estar allí con la persona que quieres para siempre, sin preocupaciones, sin distancias, sin otras tareas. Solo ustedes por un tiempo. 

Sus ojos avellanas se iluminaron cuando terminamos de besarnos y entrelazó sus brazos alrededor de mi cuello, mientras la vida pasaba detrás de nosotras. El ruido de las risas y juegos entre niños estaba presente, pero en tercer plano. Sus ojos eran mi presente y lo único que requería. 

—Luces hermosa, más que otros días, estás radiante —habló Julie hacia mí y con su nariz acarició la punta de la mía antes de darme un pico en los labios—: Tengo la novia más preciosa de la existencia. 

—La existencia es muy grande. 

—No tanto  si se compara contigo —volvió a decirme y algo tan simple logró emocionarme, como si estuviéramos conociéndonos. Como si fuéramos dos niñas y el tiempo no hubiese pasado entre nosotras. 

Volvió a besarme y la abracé, sintiéndome segura en su pecho. Nos sentamos y preparamos el picnic bajo un árbol bonito, alejadas de todos. Me recosté de sus piernas y sus uñas fueron dejando caricias por mi rostro. 

¿Algún día se pararía la sensación del cosquilleo en mi estómago?

—¿Puedes ganar por mí? —me pidió haciéndome pucheros, y se refería al juego—. Una vez dijiste que nunca podías decirme que no. Quiero que me dediques tu primer Grand Slam en individuales.

Dejó un beso en mi frente y continuó con las caricias. Me gustaba verla desde allí, estaba su rostro y encima de ella el cielo, con un sol precioso. Ella era mejor que cualquiera de mis cuadros, mejor que cualquier victoria en el tenis, y quería darle cada cosa que me pidiera, aunque ganarle a Key era casi imposible.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now