Heridas que se vuelven a abrir

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Advertencia: esta escena contiene lenguaje inapropiado fuerte y soez, así como contenido sexual explícito, y relaciones sexuales SIN CONSENTIMIENTO. Escenas violentas, trauma psicológico, y referencia a la tortura.

Antes de leer es importante que sepan que se trata de temas reales y desgarradores.

Lean bajo su propio riesgo, entendiendo que la vida no siempre es color de rosa. Que es un libro de ficción a pesar de que toca temas complejos.

Sophia Pierce

Heridas que se vuelven a abrir

Una vez que llegamos al sitio, me di cuenta de que no se trataba de un encuentro personal. Al principio me sentí fuera de lugar, es decir, pensaba que estaba en peligro, pero cuando vi la cantidad de personas alrededor de la mansión, entendí que solo se trataba de una fiesta. Claro, una fiesta muy al estilo Ksenya porque todos estaban en bóxer y las mujeres en ropa interior.

Pudimos ingresar gracias al pase de acceso vip que mostró Ulises. La rusa se lo entregó con la instrucción de que lo mostrara si por algún motivo tenía que ir a buscarla. Al menos, tuvo algo de sentido común.

—Me dijo que me llamaría si algo salía mal, pero no lo ha hecho. ¿Aun así quieres quedarte? —me preguntó Ulises, el jefe de seguridad, cuando vimos a todas las personas casi desnudas en la entrada. 

Pasar las garitas de vigilancia fue complejo, de hecho, atravesamos tres módulos de seguridad, pero en el último, no había otras casas sino solo la de la fiesta y alrededor, muchísimo terreno vacío, inhabitado, es decir, la única casa en toda la calle.

No me dio buena espina, pero eso explicaba que todos estuvieran  medio desnudos y con la música a máximo volumen sin que la policía hiciera algo al respecto.

Por un momento me abrumé al ver a una pareja inyectándose heroína. Cerré los ojos tratando de eliminar esa imagen de mi mente, necesitaba concentrarme, y no precisamente en tentaciones. Cuando volví a abrirlos detallando a las personas, todo lo que vi fue: drogas, descontrol, personas follando, y eso solo era en la entrada, no quise imaginarme lo que ocurría adentro.

—¿Podrías esperar? —le dije a Ulises, amarrándome el cabello.

Estaba nerviosa. Una parte de mí ni siquiera quería entrar a ese lugar, pero la otra quería sacarla de ese sitio. Ella no pertenecía allí. 

—Cuando te vea te echará, no le gusta que la interrumpan —me dijo Mateo tratando de salvarme de verla cogiendo, de nuevo—. Es una «party n», así se les conoce en este país y no te veo mucho de ese estilo.

—¿Qué significa ese nombre?  —pregunté. 

—Fiestas sexuales —dijo, como si fuera obvio—. Su ex, el magnate Zach, es representante de uno de los grupos elitistas encargados del club Svlk, el más exclusivo en este país, casi todos son celebridades o millonarios, nadie entra a este círculo a menos de que sea importante —continuó explicando Mateo, el más joven del equipo de seguridad y con el que tenía mejor relación—. La verdad, no deberías entrar, sus prácticas son más bien oscuras, extrañas... y sobre todo, violentas.

Enseguida un gorila golpeó las ventanas del auto con fuerza. Cuando Ulises bajó la ventanilla el tipo le ordenó revisar el móvil de todos, quería saber si habíamos grabado. Minutos después, se dio cuenta de que no teníamos ningún tipo de material de la casi orgía que había en la entrada, pero sus ojos asesinos se clavaron en mí. Era amenazante. 

—Entran o se van —sentenció despegando sus ojos de los míos y fue a los demás carros a repetir la misma acción. 

En la parte de atrás de la camioneta, había dos hombres más, y atrás de nosotros, estaban tres carros. Al parecer a Ulises debió darle tan mala pinta Zach como a la madre de la rusa, que decidió traer al cuerpo completo de seguridad solo para traerme a la fiesta. A Mateo se le notaba que de ser por él se habría quedado en la fiesta.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now