Besar los Sueños

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Julie Dash — Recuerdos del pasado e irrealidad.

—¿De quién es esta casa rodante? —fue lo que dije cuando me sacó hacia la calle, y la vi.

Era enorme, y Sophi sonreía. Su sonrisa estaba radiante y aunque sus ojos tristes seguían allí, estaban camuflados entre el brillo que tenía su mirada.

—No te preocupes por eso, es nuestra por una semana.

—No tenemos el dinero, yo... no es que no quiera es que...

Mis dudas jugaron la partida. Hacía cálculos mentales. Pensaba en cómo podría hacer suficiente dinero en los años que me quedaban como estudiante para poder pagar los gastos de sus hermanos.

Tenía miedo.

—Christopher me lo prestó.

—Pero no tenemos cómo pagarle, por lo menos no ahora.

—Es una deuda mía —respondió sin dejar de sonreír y entonces agregó despreocupada—: Hay deudas que valen la pena, y esta es una de ellas, princesa. Por favor... ya tengo todo listo, no es mucho dinero. Voy a mostrarte que podemos hacer mucho con poco. Te lo prometo.

Ella lo prometía y yo seguía dudando.

—La gasolina...

—Christopher me envío este mensaje para ti, porque sabía que tendrías dudas... léelo, ¿sí?

Sophia me pasó su móvil y en la conversación de WhatsApp de Christopher leí:

Sophia dice que me lo va a pagar, pero no es necesario. Ella es como mi hermana y no me importa compartir lo que tengo con mi hermana, y contigo, Julie. Hay cosas que importan más que el dinero y son las experiencias. Sé que eres comedida, eres centrada, buscas la manera de ayudarla, y asumiste una responsabilidad grande y es cuidar de toda la familia, que incluye a sus hermanos, no solo a Sophia. Pero... ¿y si te olvidas de esas responsabilidades y te encargas de vivir? Cuando mi hermano gemelo falleció entendí que todo lo que tenemos es prestado. Que incluso el aire que respiramos no nos pertenece. Que se trata de disfrutar el instante mientras podamos. Anda, hazlo. Vive a Sophia, porque ella es de esos momentos que suceden una vez en la vida, ella es así como un milagro.

Buen viaje.

Hazla feliz ❤️

Le devolví el móvil y la atraje hacia mí para besarla. Estaba de vacaciones de la universidad, y la chica más hermosa del planeta sonreía con su cabello rubio cayéndole en la cara. Tenía una gorra de béisbol roja colocada al revés, y sweater ancho.

Sophia Pierce era indescifrable. Podía verse rebelde y tierna, triste y feliz. Ella era la excepción a lo prescrito. Nadie podría definirla, porque tendría muchas definiciones, aunque de algo sí estoy segura, todos estarían de acuerdo en que transpiraba bondad.

—¿Estás lista para que nos volvamos inmortales? —fue lo que dijo y sus ojos brillaban de la emoción, pero no me dio tiempo de responder, cuando la vi arrodillarse ante mí.

Y pensé un millón de cosas cuando la vi arrodillarse frente a mí, al lado de la casa rodante. Las emociones inundaron mi cordura. ¿Por qué estaba arrodillándose? El corazón comenzó a latirme muy fuerte. Pensé que quizá iba a proponerme... y por supuesto, había una única respuesta. Con Sophia, siempre diría que sí.

—¿Me dejarías llevarte a conocer los sueños? ¿Me permitirías una semana de tu tiempo, princesa? Si me dices que sí te prometo que luego del séptimo día, entenderás que la vida es más que este cuerpo, y que nosotros somos polvo de estrellas.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now