PENICILINA - SOPHIA PIERCE

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Antes de que el avión de Ksenya saliera, Julie se encontraba dubitativa. Estaba pegada a su móvil como si algo le afectara. La conocía lo suficiente como para saber que estaba necesitando hablarme, pero no encontraba las palabras.

-¿No quieres ir?

-No es eso, es tu concierto, el lanzamiento de tu disco con Chris, claro que sí que quiero ir. Además, sabes lo mucho que extraño mi país.

-¿Entonces qué sucede?

Soltó un suspiro y se dejó caer de espaldas contra el respaldar de la cama.

-Operan nuevamente a Kelly, es la operación decisiva y es delicada, la más compleja. Acaba de aterrizar en el país y mañana...

No necesité que terminara de hablar.

-Habrá un montón de conciertos, princesa, pero no sabemos si tendrás otra oportunidad para verla, aunque espero que sea así. Sé lo que significa para ti, lo que significa para ambas. Esa niña te adora tanto o más que Jesús.

-Tú significas todo para mí y es tu día especial, es importante. -Se veía frustrada. Se frotó los ojos con ambas manos y soltó-: No te quiero fallar. Siento que por no poder estar contigo puedes pensar que mi amor disminuye y es todo lo contrario, cada segundo te amo más.

En ese instante entendí porqué había estado llorando durante la noche. Se había apegado a esa niña, aunque me repetía que no era lo correcto y que estaba tomando distancia, pero no lo logró. Era importante para ella, habían formado un lazo. La niña pasó un largo período de tiempo viviendo en el hospital y en ese momento se convirtió en su respaldo. Ambas se apoyaron mutuamente y ahora, iban a operarla. No sabían si resistiría la operación. Muchos doctores se negaron a operarla, pero Chiara no. Chiara lo haría.

-Te necesita y tú necesitas estar con ella. En serio, no me molesta que te quedes por algo tan importante como esto.

-No quiero que mi trabajo me haga apartarme de ti, o que sientas que estás en un segundo plano. No quiero volver a perderte.

-¿Cómo podría pensar que estoy en segundo plano? Es una niña que amas y sé que mañana estará buscándote, estará esperando verte antes de entrar al quirófano. Es solo un concierto, princesa. En serio, no es para tanto. Yo hice el disco porque quería apoyar a otros niños, y no voy a sentirme feliz de verte entre la gente, sabiendo que por acompañarme dejaste de apoyar a una niña que amas y que te necesita. No vas a perderme por ser la mejor versión de ti misma. Eso solo hace que te quiera más. No necesito que cenemos juntas todos los días, me basta ir al hospital y dejarte la comida. O sorprenderte en la universidad así sean cinco minutos.

-¿Por qué eres tan hermosa?

-La hermosa en nuestra relación eres tú, mi chiquita que está creciendo. ¿Si sabes lo afortunada que me siento de poder acompañarte en este proceso?

Me lancé con ella en la cama y la arropé en mis brazos. El cabello castaño le caía por la cara, su rostro se veía cansado, pero hermoso. Lucía como una mujer, ya no como una niña y eso me gustaba. Sus besos llegaron apresurados, como si necesitara más.

Fue besándome rápido y mordiéndome el labio inferior. Hice lo mismo y me gimió tan cerca de la boca, que mis besos tomaron la misma necesidad que los de ella.

-Gracias -la oí decir, pero mi mano estaba concentrada dejando un camino de caricias por la parte baja de su abdomen-. Estoy loca por ti.

Con la cara más sexy que había visto en mi vida logró que se me olvidara que tenía un viaje y que debía salir hacia el aeropuerto. Le desabotoné el pantalón y ella se lo quitó en tiempo récord sin dejar de mirarme. Con mi otra mano le quité la camisa, mientras simultáneamente, Julie me desnudaba.

El capricho de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora