Te necesito a ti

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Caminamos entre lo que no conocía. La pobreza que sabía que existía, pero que jamás había visto. La ciudad estaba tragándome al presentarme otra cara llena de necesidad.

Sophia me llevó a conocer parte de su vida, y descubrí que era diferente a cualquier cosa que pudiera haberme imaginado.

Subimos las escaleras del barrio y a pesar de sentir miedo, empecé a contagiarme por el ambiente de música que había por todos lados.

-Admiro a las personas que simplemente son felices, a pesar de las circunstancias -exclamó, refiriéndose a los niños que bajaban las escaleras, divirtiéndose.

-Sophiiii -gritaron cuando la vieron y se le lanzaron encima. Ella los abrazó con afecto y luego me dijo que si comían una vez por día era demasiado. Los detallé y se veían notoriamente desnutridos.

-¿Por qué estamos aquí? -No me molestaba el paseo, pero tampoco lo entendía.

-Te dije que conmigo serán muchas de tus primeras veces y esta es una -me respondió y tuvo razón. Descubrí muchas cosas ese día.

-Hay cosas que quiero que sepas de mí, y creo que el lugar donde vivimos y fuimos criados tiene que ver con nosotros. Por eso te traje y no estoy lista para llevarte a mi casa, pero si quiero presentarte a mis amigos -No pude negarme, Sophia me arrastró con ella hacia una nueva posibilidad.

Fuimos a una cancha dentro de la comunidad. Conocí a Ian, a Pablo, a Jorge, y a Erick. Tenían apariencia de delincuentes, y quizás lo eran. Pero eran tan agradables que terminé accediendo a algo que detesto y me vi a mi misma bebiendo cerveza entre semana, hablando con desconocidos, riéndome de sus chistes y jugando fútbol. Yo, que odio el deporte, justamente estaba practicándolo.

-¡Muérdelo, rómpele la pierna! ¡No dejes que se acerque a la portería, Julie! ¡Tienes que cuidarme! -gritó Sophia que jugaba en la posición de arquero-: ¡Muévete, princesa! ¡Quítasela! -Se tomaba en serio lo de ganar y yo me tomaba en serio lo de cuidarla. Siempre fue así.

Lo hice. No se me ocurrió otra fórmula para detenerlo. No podía quitarle la pelota y seguía avanzando así que me guindé de su espalda. (Sí, literalmente ni yo me lo creo). Pero eso hice, me guindé sobre el moreno y le tapé los ojos.

-Trampa -se quejaron los del equipo contrario. Pero lo hice. No dejé que metieran gol. No dejé que se acercaran a ella.

Ojalá hubiese sido igual con Noah. Ojalá también hubiese hecho que no se acercara a ella. Pero no existe el "ojalá".

-¡Bien, princesa! Siempre quiero ser de tu equipo -Me chocó las manos y Erick se quejó y le comenzó a hacer cosquillas por tramposa aunque la tramposa fui yo.

Las horas comenzaron a volar. Entre cervezas, temas diversos y cigarrillos, fue pasando la tarde. Ellos hablaban de temas que para mí eran ajenos. Comprar comida, atender a su familia, subsistir. Ya la existencia no era como la había imaginado. Conocerlos me enseñó lo afortunada que era y también lo poco que agradecía lo que tenía.

Cada segundo con Sophia me dejaba con ganas de más. Un rato mirándola y ya quería quedarme. Quería conocer más. Era risueña, hablaba de todo, tenía actitud.

-La vida tiene miles de equivocaciones que terminan colándose como parte de nuestra realidad. Son tentaciones que nos dicen que probemos y a veces es difícil decir que no.

-Tienes que crecer en algún punto -le contestó Erick a Sophia, como si le hablara a su hermana menor-: eres afortunada y no lo ves. Y lo que dices de dejarte llevar, bien, es comprensible pero ¿hasta qué grado?

-Nunca me he quejado, pero no me llaman las mismas cosas. No me gusta vivir para tener cosas... Yo quiero experimentar, quiero descubrirme y eso es lo que hago.

El capricho de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora