Ebriedad

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Faltaban cinco días para el viaje de graduación y también para mi cumpleaños. Paula y Benjamin me convencieron de hacer una fiesta en mi casa. Mis padres estuvieron de acuerdo y les pedí a Sergio y a Claudia que nos dejaran solos, pero me respondieron que simplemente se limitarían a estar en sus habitaciones. Sabía que me darían mi espacio porque iba a ser mi pre-cumpleaños y también la primera fiesta que hacía en mi vida. Ni siquiera de niña me gustaba celebrar. Para todos era una gran sorpresa, sobre todo para mí misma.

Decidimos hacerlo en el área de la piscina. Benjamin hizo una parrilla y Paula no entendió cuando le dije "pocas personas". Mi casa estaba abarrotada de gente y entre esas personas... estaba Sophia. Pensé que podía superarlo, pero pensamos cosas que a veces no suceden. Verla con Noah, la pareja ideal, los que llamaban la atención del resto, esos imanes que hacían que todos quisieran compartir su aire. Quería irme en vómito. La fiesta había empezado mal.

Pensé en Belén. Intentando que mi mente se fuera a nuestra conversación del almuerzo. Habló conmigo de la realidad de lo invisible. De lo tangente que a veces ignoramos. Me habló de sus miedos y de cómo estaba lista para enfrentarlos. Era como agua tibia después de una ducha helada. Se parecía a mí y la madurez que tenía la hacía sexy. O al menos, hizo que mis últimas semanas de instituto no fueran del todo deprimentes. Ojalá pudieras querer de la nada. Sería sencillo que escogieras amar y vivir tu historia con la persona correcta, y no con la que te trae tantos problemas. Pero algunas distancias no son negociables, y los sentimientos mucho menos.

—¿Lista para embriagarte? —la voz de Paula me sacó de mis pensamientos.

—¿Recuérdame por qué es que estoy haciendo una fiesta? ¿Y por qué está Sophia?

—¡Es tu primera fiesta! Quieres probar ser joven. Quieres hacer cosas que nunca antes hiciste y hoy... ¡ni siquiera Sophia va a arruinarlo!

—¿Cuánto has tomado? —le pregunté, sosteniéndola antes de que se cayera y bajamos juntas las escaleras.

—¡Estoy en tu casa! Así que espero que si necesitabas a alguien cuerdo y responsable no esperes contar conmigo —se encogió de hombros mientras se reía y fuimos con Benjamin. Era caso perdido.

No tenía ganas de celebrar. Sentía la mirada de Sophia sobre mí. Noah la tenía agarrada por la cintura. Estaban con el grupo de Jessica y ... me di cuenta de que fue idiota. La fiesta, intentar ser lo que no era, todo estaba superándome. ¿Por qué tenía que presentarse?

—¿Tequila? —preguntó Nathaniel y antes de pensarlo, se lo quité de la mano y me lo tomé de golpe.

—¿Tienes más? —apenas y podía tolerar el tequila, pero necesitaba embriagarme.

Quería silenciar lo que estaba sintiendo. Habían pasado semanas y todavía sentía que al tenerla cerca se me revolvía todo. Nathaniel me dio uno, dos, tres, cuatro tequilas y luego... todo fue diferente. La presencia de Sophia dejó de fastidiarme cuando me relajé.

Nathaniel me decía que estaba hermosa, y yo sonreía con la seguridad de alguien que está lastimado. Actué como dije que nunca actuaría. Comencé a reírme de lo que sea que me decía. Le acepté un trago y luego otro. Compartí con él intentando que su belleza física pudiera seducirme.

Paula me cuidaba aunque había dicho que no sería la responsable. Hasta que le dije que sabía lo que hacía. Quería que me divirtiera. Quería que fuera una nueva Julie. Bien. Esa Julie no tenía que estar enamorada para besar. Así que lo hice.

Nathaniel estaba precioso y eso ayudaba. Tenía el cabello más largo que de costumbre, y estaba sin camisa. Se le marcaban los abdominales y no estaba fastidioso. Más bien estaba confundido por mi aparente y nuevo interés. Yo, por otro lado, estaba ebria, dolida y celosa. No tenía razones para reclamar, pero mi mente estaba en huelga. Quería ir hacia ella y decirle... ya no importa.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now